martes, 23 de diciembre de 2014

Olentzero y Mari Domingi

Se dice que Mari, en uno de sus viajes desde Amboto hasta el Txindoki rodeada de sus fieles compañeros los Galtzagorris, notaron un extraño movimiento en el bosque. Se acercaron a ver que ocurría y vieron a un bebé que había sido abandonado a su suerte en plena maleza. Mari se compareció del bebé y mando a los Galtzagorris dejarlo en la puerta de un baserri, sabiendo que sus ocupantes se encargarían del pequeño y lo cuidarían muy bien-
Cada cierto tiempo se acercaba al baserri para comprobar como trataban al niño. Este creció fuerte y sano y le pusieron de nombre Olentzero.
Con los años se hizo un hombre y sus padres adoptivos, ya ancianos, murieron dejándolo solo. Conoció también a Mari Domingi, con la cual se casó.
Olentzero continuó con la profesión de carbonero y, llevando un día carbón al pueblo, vio que había una casa de niños huérfanos y se apiadó de ellos.
Cuando regresó a su casa se puso a construir, con la ayuda de Mari Domingi, juguetes y golosinas para todos esos niños del orfanato, y así llevarles un poco de alegría.
En una de las ocasiones en las que le llevaba los juguetes y las golosinas vio como una enorme columna de humo salía de las ventanas del edificio. Sin pensárselo ni un solo segundo se metió dentro y sacó a todos los niños; eran muchos, y cuando por fin consiguió sacar al último, se derrumbo desfallecido sobre el suelo, su corazón no pudo soportar tanto esfuerzo. Fue entonces cuando los vecinos del pueblo vieron una resplandeciente luz dentro del edificio; era Mari, que se acerco asta donde estaba Olentzero y lo revivió diciéndole:
 
   "Por tu enorme generosidad y valentía, tu nunca morirás, y seguirás trayendo alegría a todos los niños. Tu nombre, Olentzero, será siempre sinónimo de bondad."

 Tonto Olentzero como Mari Domingi agradecieron a Mari que le salvara, y desde entonces se celebra la fiesta en su nombre mientras ambos, Olentzero y Mari Domingi, reparten alegría a los niños.


jueves, 18 de diciembre de 2014

Quién es ZENZENGORRI

Otros nombres: Txahalgorri, Txekorgorri, Behigorri, Ahatxegorri, Zezensuzko, Ahatxe...









Según señala J. M. de Barandiaran en su «Diccionario de la mitología vasca», el Zezengorri (literalmente Toro Rojo en vasco) es una de las formas que adoptaban los espíritus subterráneos. Suelen ser los guardianes de ciertas cuevas en la que se dice que existen tesoros ocultos, y también aparecen como anuncio de un mal presagio o solamente para asustar al caminante nocturno. Si alguien entra en la cueva sin permiso, será atacado por el Zenzegorri sin compasión. A veces adopta forma de persona y baja a los pueblos a castigar a los que le han disgustado o injuriado. Zezengorri frecuentemente arroja fuego tanto por sus fosas nasales como de su boca, y de este modo abrasa a sus enemigos. Otras veces se muestra con los cuernos y la cola ardiendo, y por ello reluce al salir de su cueva.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Leyenda de Zenzengirri

Hace mucho tiempo vivía en Orozko un ladrón al que el oficio le iba muy bien. Todos los días conseguía robar algo de bastante valor, y por mucho que l@s vecin@s del pueblo intentaban atraparlo, nunca lo conseguían.

Este ladrón tenía su refugio en una cueva del monte Itzine, en donde guardaba todos los tesoros que iba robando. Ya poseía, entre muchas otras cosas, monedas de oro, collares, anillos, hebillas de brillantes... Tales eran los tesoros que allí guardaba, que aquello parecía la cueva de Alí Baba.

Normalmente, este ladrón tenía que alejarse bastante de Orozko para cometer sus fechorías, pues era bien conocido en la región y en cualquier momento le podían capturar los miqueletes que por ahí patrullaban día y noche con la intención de echarle el guante. Una de las veces que se encontraba lejos de Orozko, el ladrón murió. Nunca nadie supo cual fue la causa de su muerte, pero el caso es que allí donde murió, allí mismo lo enterraron como si de los restos de un animal se tratara.

En cuanto se enteraron en Orozko de la noticia, organizaron una cuadrilla para ir a Itzine a localizar la cueva del ladrón, y así llevarse el tesoro. Estuvieron varios días buscando la cueva sin ningún éxito, asta que ya se dieron por vencidos en la búsqueda.

Un tiempo después llegaron a Orozko unos hombres de Bilbo con un montón de mapas y señalizaciones. Fueron al monte Itzine, y en unas pocas horas encontraron la cueva de Atxulaur. Enseguida se lleno de curios@s los alrededores de la cueva  y, con gran ceremonia, se procedió a entrar en la cueva.

Nada más haber un pie dentro de la cueva se oyó un rugido espantoso parecido al mugido de un toro, pero mucho más espantoso y que helaba la sangre. el hombre retiró el pie inmediatamente.

   -¿Habeís oído eso?- Preguntó a l@s demas.
   -¡Yo sí! ¡yo sí!- Exclamó uno. -¡Es el diablo de la cueva!
   -¡Que diablos ni que ocho cuartos¡- Exclamó otro. -En las cuevas siempre se oyen ruidos extraños, es el viento que se cuela por algún agujero.
   -Si tan seguro estas, ve tú por delante.- Dijo el primero que lo intentó.
   -¡Pues claro que iré! ¡Faltaría más!

El valiente se adentró en la cueva, pero no le dio tiempo ni a contar asta tres cuando se apareció delante de sus narices un toro rojo el doble de grande que lo normal y echando fuego por la nariz. La bestia resoplo y arrastro las pezuñas en el suelo, con clara intención de atacar a ls intrus@s.

Tod@s dieron media vuelta casi al unisono y se fueron hacia el pueblo como alma que lleva el diablo. Una vez en Orozko consultaron con l@s más sabi@s, pero cada un@ respondía con una versión diferente. Para un@s era el diablo sin lugar a dudas, ¡si asta tenía cuernos!; para otr@s se trataba de Mari, la Diosa, ya que se solía aperecer en ocasiones con forma de toro de fuego; l@s más escéptic@s decía que se trataba de un toro normal y corriente que se habría escapado de algún caserío.

Finalmente, la más anciana de todas se pronunció:

   -Ni diablos, ni Mari, ni toro perdido. Es el espíritu del ladrón que ha vuelto a su casa, y necesita sus restos para poder descansar en paz.

Así pues, se organizó una comitiva para ir al lugar donde había muerto el ladrón y regresar con los restos que quedasen de él.

Volvieron a los pocos días y depositaron sus huesos en la entrada de la cueva. Al instante se convirtieron en polvo, y de nuevo de adentraron en la cueva, no sin cierta reticencia al principio. Comprobaron que el Zenzengorri ya no estaba ahí, pero sí el tesoro, intacto y resplandeciente. Fueron sacando todas las cajas y baúles repletos de objetos de gran valor, asta que dentro no quedó ni una moneda de medio céntimo.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Mari y el señor de Bizkaia

Era Don Diego López de Haro, señor de Bizkaia en el siglo XIV, un gran cazador y siempre que podía, salía a cazar algún jabalí o algún otro animal de los que abundaban por Euskal Herria en aquellos tiempos.

Un día que se encontraba de caza, oyó cantar a una mujer en lo alto de una peña. Su voz era tan bella que Don Diego no pudo resistirse a su encanto, y se dirigió hacia la peña para conocer a loa dueña de tan vello canto.

Al verla se quedó atónito, pues jamás había conocido a una mujer tan hermosa. Era alta y esbelta, con unos ojos negros que contrastaban con el rubio dorado de sus cabellos, que caían por debajo de sus rodillas. Llevaba un vestido verde bordado con hilos de oro y una cinta en la frente, también de oro.

Era tal su esplendor, que Don Diego se enamoró locamente de ella.

   -¿Quién eres?- Le pfreguntó.
   -La señora de Amboto- Respondió ella.
   -Puesto que tu eres señora de Amboto y yo señor de Bizkaia, ¿quieres casarte conmigo?

La Dama aceptó, pero le hizo prometer a Don Diego que nunca haría la señal de la cruz en su presencia. Se casaron y tuvieron una hija, Urraka, y y un hijo, Iñigo Guerra.

Pasaron los años y reinaba la felicidad en la casa de Don Diego López de Haro. Pero un día el señor volvió de la caza con un enorme jabalí que había capturado que los encargados de la cocina habían dispuesto con una rica guarnición para la cena. Cuando toda la familia estaba sentada en la mesa, dos de los perros de la casa entraron ladrando, pidiendo parte del banquete. Uno de los perros era un gran Alano bastante fiero, y la otra era una perrita de aguas mucho más pequeña. Don Digo les lanzó una de las patas del jabalí y los dos perros se abalanzaron sobre ella disputándosela. Para sorpresa de tod@s, la pequeña perrita mató al alano y se marchó corriendo arrastrando la pata de jabalí. Don diego no pudo contenerse e hizo la señal de la cruz, al tiempo que exclamaba:

   -¡Dios mío! ¡Jamás había visto algo igual!

 En ese mismo instante, Mari cogió a su hija Urraka de la mano y salieron volando por la ventana . Nunca más se supo de ellas.

Pasaron los años y, durante una guerra contra los castellanos, Don Diego fue hecho prisionero y encerrado en una fortaleza en Toledo. Iñigo Gerra pidió consejo para liberar a su padre, pero nadie sabía el modo de hacerlo, hasta que un anciano de larga barba blanca le dijo:

   -Iñigo, si quieres ayuda, ve a buscar a tu madre. Ella sabrá decirte lo que debes hacer.

Así pues, Iñigo se dirigió hacia el monte Amboto y allí encontró a Mari subida en una peña.

   -Querido hijo- habló Mari. -Ven hacia mi, porque ya se que vienes a preguntarme cómo liberar a tu padre de aquella prisión.

Mari lanzó un grito y apareció un hermoso caballo blanco ensillado.

   -Este es Pardal- Continuó diciendo la Dama. -Te lo doy y con el ganarás batallas, pero nunca debes quitarle la silla, ni darle de comer o de beber. En el mismo día de hoy te llevará a Toledo y os traerá a ti  y a tu padre de vuelta a casa.

Así fue, Iñigo montó en el caballo y, al momento, se encontró en el patio de la fortaleza en la que se encontraba su padre prisionero. Cuando lo encontró, lo cogió de la mano, lo llevó hasta el caballo y ambos montaron regresando a Bizkalla sin que ningún soldado castellano hiciese nada por detenerlos, pues se habían vuelto invisibles.

Desde entonces todas las entrañas de las bacas que se sacrificaban en la casa del señor de Bizkaia eran colocadas en una peña cómo ofrenda a la Dama del Amboto. Y se decía que, de no hacerlo, caería una desgracia sobre Don Diego López de Haro y sus descendientes, cómo asó ocurrió años más tarde, cuando un tataranieto de Don Diego dejó de hacer la ofrenda, y este perdió un ojo por no seguir la tradición.

El hombre de la Luna

Hace mucho tiempo, vivía un ladrón en Antzuola. No era un ladrón importante, robaba cosas pequeñas: una gallina por aquí, un par de conejos por allá, tomates, lechugas...

Una noche de invierno de ésas que hace mucho frío y el cielo está tan claro que se pueden cintar las estrellas una a una, el ladrón fue a robar algo de leña que un vecino del pueblo tenía apilada en el umbral de la casa. Aprovechando la oscuridad de la noche, el ladrón cogió la leña y se fue para su casa, contento porque no le había visto nadie. De repente se dio cuenta de que la Luna brillaba más que de costumbre, y que esta parecía estar siguiéndolo. Enfadado con ella le gritó:
 
   -No necesito de ti, ¿me oyes? ¡Lárgate!

Como la Luna seguía detras de el sin hacerle caso, el hmbre le volvió a gritar:

   -¡Que te largues! ¿Me oyes? ¡Vete!

La Luna seguía sin hacerle caso, así que el ladrón dejó la leña en el suelo y, cogiendo unas piedras del suelo, empezó a tirárselas a la Luna .

De pronto la Luna empezó a descender; bajó y bajó asta que estuvo cerca del hombre, que lo agarró con su cuerno  por la cintura y lo levantó, volviendo con el al cielo.

Desde entonces el ladrón está allí, y en noches de luna llena puede verse su cara perfectamente si observamos con atención.

La bruja ladrona

Cerca de Asteau (Gipuzkoa) vivían en un caserío un padre y sus tres hijos. Tenían un hermoso manzanal, pero desde hacia días notaban que por la noche les robaban las manzanas. Decidido a pillar al ladrón, el hermano mayor se quedó una noche haciendo guardia; pero se durmió, y al despertar se dio cuenta que les habían vuelto a robar. A la noche siguiente se quedó el segundo de los hermanos, dispuesto a no quedarse dormido, pero el sueño pudo a su voluntad, y al despertar, el ladrón ya había pasado. La tercera noche se quedó el hijo pequeño, a pesar de que su padre creía que era demasiado joven y podría correr peligro, y sus hermanos, habiendo visto que ellos no lo habían conseguido, se rieron de el, convencidos de que no lo lograría. Pero el joven insistió y, cogiendo una hoz, se sentó en la rama de unos de los manzanos la espera de que apareciese el ladrón. Al rato observó un bulto negro que asomaba por encima de la tapia, y ni corto ni perezoso le lanzó la hoz, y el bulto desapareció. Al amanecer, los tres hermanos fueron en busca de alguna pista, y encontraron una gran mano negra junto a la tapia, y un rastro de sangre. Siguieron este rastro hasta llegar a una gran losa, la levantaron, y vieron que había una sima profunda. Echaron a suertes quien bajaba, y le tocó a Peru, el más joven de los hermanos. Entre los dos hermanos le bajaron con una cuerda, y al llegar abajo se encontró con una doncella, que dijo ser una princesa a quien la bruja le había secuestrado. Peru le ato la cuerda para que sus hermanos la subieran, pero antes de dar la señal para que la subieran le pidió a la princesa un pedacito de cada una de las siete saya que llevaba puestas. Los hermanos subieron a la princesa, y luego decidieron que en caso de haber recompensa, era mejor repartirla entre dos que entre tres, y abandonaron al pequeño Peru en el fondo de la sima. Mientras tanto, la bruja apareció y montó en cólera al darse cuenta que habían dejado escapar a la princesa. -Así que la has ayudado a escapar,¿eh?. Pies te quedarás tú en su lugar Le dijo a Peru mientras le intentaba agarrar. Los dos entablaron una feroz lucha; unas veces parecía que ganaba una, otras que el otro. Finalmente Peru cogió la hoz que llevaba en el cinto y le cortó la lengua a la bruja. Después se colgó de su cuello y le dijo: -Sácame de aquí o te iré cortando en pedacitos. Y la bruja, volando, lo sacó de la sima. Una vez fuera de la sima, Peru se encaminó al pueblo de la princesa. Al llegar oyó decir que dos hermanos habían salvado a la princesa de las garras de la bruja, y que el mayor iba a casarse con ella. Peru cogió entonces una habitación en una posada y se pasó el día golpeando la ventana con un martillo se hierro. Cuando al día siguiente, el cortejo de la boda se dirigía a la celebración, Peru comprobó que, efectivamente, el novio era su hermano mayor. Entonces sacó la lengua de la bruja y dijo: -Mihari, mihari, hemen izan hadi. (Lengua, lengua, tan pronto como estés aquí estate allá) Y en eso se levantó un fuerte vendaval que obligó a todos a volver a sus casas. De nuevo Peru cogió el martillo y estuvo horas dando golpes en la ventana. El segundo día volvió a salir el cortejo para la celebración de la boda, pero Peru sacó de nuevo la lengua de la bruja y dijo las palabras mágicas, y de nuevo un vendaval impidió la celebración de la boda Al tercer día ocurrió lo mismo y el rey, sospechando que algo raro estaba pasando, envió a los soldado a averiguar la causa de tan extraño suceso. Al llegar a la posada, el posadero informó que había un cliente nuevo que se pasaba las noches golpeando con un martillo. Inmediatamente lo cogieron llevándolo ante el rey. Pero Peru se negó a responder cualquier pregunta, salvo en presencia de la princesa. El rey hizo llamar a su hija, y entonces Peru mostró los siete pedacitos de las sayas que la princesa le había dado. La princesa reconoció a su salvador, y los otros dos hermanos tuvieron que confesar la verdad, por lo que al final Peru se casó con la princesa y acabó siendo el rey de esa región.

viernes, 21 de noviembre de 2014

La Lamia Golosa

En un caserío de Larraki, en Zuberoa, vivía un matrimonio de cierta edad. El marido se iba ala cama temprano, mientras que la mujer se quedaba hasta más tarde hilando firu-firu. Pero desde hacía algún tiempo, todas las noches a lo misma hora, una mujer pequeña y peluda bajaba por la chimenea, y no se iba hasta que hubiera terminado todos los restos de la cena. En cuanto aparecía, la extraña mujer decía: -Txitxi ta papa, papa bustia? (Carne y pan, ¿el pan untado?) Y la etxekoandre calentaba la grasa sobrante en la sartén y se la daba a la desconocida, que se la comía con grandes muestras de alegría. Así transcurrieron varias semanas, hasta que la casera, al ver que la extraña mujer, seguía apareciendo noche tras noche, le contó a su marido lo que ocurría. -¿Y tú le das de comer todas las noches? -Claro, ¿que voy a hacer si no? -Bueno, esta noche me quedaré yo en tu lugar, y veremos si se trata de una Bruja o de una Lamia.- Dijo entonces el marido. -Me pondré tu chal y tu pañuelo en la cabeza, y así creerá que yo soy tú. Llegando la noche, el casero se puso a hilar en el lugar de su mujer. A la misma hora de siempre oyó un gran ruido en la chimenea, y poco después apareció la desconocida. -Txitxi ta papa, papa bustia?- preguntó como de costumbre. El hombre hizo como si no la escuchara y continuó hilando con gran alegría. -Esta noche trabajas con muchos ánimos.- Le dijo la Lamia peluda. -Sí.- Respondió él. Y el hombre prosiguió su trabajo mientras la miraba con el rabillo del ojo. Nada más verla, se había percatado de que se trataba de una Lamia, y que tenía que echarle de ahí lo antes posible. La Lamia lo observó con mucha atención. -Hoy pareces distinta etxekoandre. ¿Cómo te llamas?- pregunto al cabo de un rato. -Yoamimísma- respondió el hombre. -¡¿Yoamimísma?!- exclamó la Lamia.- extraño nombre. Y... txitxi ta papa, papa bustia? Cuando la sartén estaba caliente y la grasa hervía, el hombre la agarró por el mango y le tiró la grasa en plena cara. La Lamia grito y desapareció chimenea arriba. Una vez fuera de la casa comenzó a llamar a sus compañeras, que llegaron a cientos desde todos los lugares de Iparralde y, al verla en tal estado, le preguntaron quién le había hecho eso, a lo que ella contesto: -Yoamimísma -Pues si te lo has hecho tú a ti misma- le respondieron las demás -¡Aguántate y no nos Estas en la pagina 15 de un total de 23 molestes! Y en el mismo instante las Lamias desaparecieron en la noche. La golosa salió bien escarmentada, y nunca más volvió a molestar a nadie pidiéndole: “Papa bistia”.

La Lamia y el cantero

Hace mucho tiempo, vivía un cantero en un pueblecito de Zuberoa llamado Zuraile. A pesar de que su trabajo era muy apreciado y necesario, el cantero no estaba satisfecho porque, según él, tenía un trabajo muy duro y fatigoso. En aquella época había muchas Lamiñakuak, y una de ellas escuchó sus queja y se presentó ante él. -¿que es lo que te pasa?- le preguntó. -¿No estás contento? -Pues verás- respondió él. -Esto de picar la piedra cansa mucho y apenas gano para vivir bien. ¡Ojala fuera yo rico! -Si eso es lo que deseas, eso seras Y la Lamiñaku le hizo rico. Al principio el cantero creyó soñar, pero enseguida se acostumbró; tener dinero, una hermosa casa y criados era muy agradable. Pero al cabo de algún tiempo se cansó de su nueva posición. -Ahora soy rico, si. Pero no soy poderoso. La lamiñaku se le apareció de nuevo. -¿y ahora por que te quejas?- le preguntó- -Bueno, verás- respondió él. -soy rico, y eso está bien. Pero me gustaría ser más poderoso. ¡Ojalá fuera yo emperador! Y la Lamiñaku lo hizo emperador. El cantero era feliz, ¡Era emperador!. Tenía todo lo que quería y todo el mundo obedecía sus órdenes. Llegó el verano, y aquel fue un verano muy caluroso. El cantero no lograba encontrar ningún rinconcito en su palacio que estuviera fresquito. -Verdaderamente- se dijo -si el sol puede molestar al emperador, es que el sol es más poderoso. ¡Ojalá fuera yo sol! La Lamiñaku, que andaba cerca, oyó su deseo y lo hizo sol. El cantero empezó a disfrutar siendo sol cuando, en esto, una nubecilla se colocó delante de él y lo ocultó. El hombre rico-emperador-sol pensó que si una nubecilla podía taparle, era porque la nubecilla era más poderosa que el sol, y deseó ser nube. La Lamiñaku lo hizo nube. Al cantero le agradó su nueva posición, ser nube era muy divertido, podía deslizarse por el cielo, lanzar rayos y lluvia sobre la tierra y mojar a todo el mundo. En eso, se fijó en una gran roca que, impasible, aguantaba el chaparrón. Pensó que la roca era más Estas en la pagina 14 de un total de 23 poderosa y deseó ser roca, así que Lamiñaku lo hizo roca. Pero al poco tiempo de ser roca, sintió que le daban unos buenos martillazos y que la rompían en pedazos. -¡Ojalá fuera yo canteropensó, ya la Lamiñaku lo hizo de nuevo cantero. -Tienes una cosa y quieres la otra.- le dijo la Lamiñaku. -Ya lo ves, estas igual que al comienzo. Mejor será que, desde ahora en adelante seamos cada uno lo que somos: tú cantero y yo Lamuñaku Y la Lamiñaku desapareció para no volver, pero el cantero tampoco la echó en falta, y nunca volvió a quejarse se su suerte.

jueves, 20 de noviembre de 2014

La leyenda del Abeto (Jokke)

Existía un Gentil llamado Jokke que el pobre era muy fe pero de buen corazón. Tan feo era, que se ocultaba en el bosque para no asustar con su presencia a los humanos. Su cabeza era enorme , sus manos como palmas abiertas y sus grandes pies tropezaban constantemente con los arboles y las rocas. A causa de su ocultamiento Jokke no tenía amigos, y así pasaba los días, solo y triste.
En una ocasión un anciano ciego se perdió en el bosque  y, cansado de caminar entre las tinieblas, se sentó en una roca a descansar, totalmente desfallecido. Casualmente pasaba por ahí Jokke, que escuchó los lamentos del anciano y raudo se acercó. Al ver que el anciano no le temía por su fiero aspecto, Jokke se decidió a ayudarle alzándole en brazos y llevándolo asta el límite del bosque. Una vez allí se toparon con toda la gente del pueblo que andaban buscando al anciano, y al ver que el Gentil lo traía sano y salvo corrieron alegres a su encuentro.
Jokke no salía de su asombro al ver que tanta gente le recibía alegremente sin importarles para nada su fealdad. A partir de este día Jokke se acercaba con frecuencia al pueblo para visitar al anciano ciego y llevaba leña y fruta para sus nuevos amigos. Los aldeanos empezaron a apreciar mucho a este amigable gigante, y Jokke hizo muchas cosas buenas por las gentes de ese pueblo: con su gran fuerza construyó un gran puente que permitía a estas gentes cruzar a una isla cercana para recolectar frutas, rotuló la tierra para que así pudiesen sembrarla y estaba siempre bien alerta para alludar en todo lo que pudiese.
Una noche, los aldeanos vieron las huellas de un enorme oso pardo y, asustados por lo que pudiese ocurrir, pidieron ayuda a Jokke. Este aceptó y montó guardia durante la noche hasta que se encontró con el enorme oso, el cual atacó al Gentil. Ambos se enzarzaron en una lucha sin cuartel donde el oso desgarraba la piel de Jokke en cada zarpazo, por lo que cada vez se encontraba más debilitado nuestro amigable Gentil; pero en una de estas, Jokke consiguió agarrarlo por el cuello y ahogarlo, acabando así con la amenaza de la aldea. Pero pagó cara su valentía, pues al momento perdió la vida.
Amaiur quiso que este gran gesto no fuese olvidado nunca, así que donde el Gentil fue sepultado hizo crecer un Árbol que fuese como Jokke: enorme y con grandes cualidades.
Es así como nació el Abeto, su madera blanca y maleable permite su empleo en la construcción, de sus arrugas en el tronco se saca un bálsamo cicatrizante, que tomándolo en infusión cura la gripe y los catarros, siendo también desinfectante y antirreumático.

La leyenda de MartinTxiki

Cuentan como el ser humano no tenía la propiedad del trigo pues no tenían conocimientos de agricultura, y se dice que los Basajaun si poseían estos conocimientos, y que guardaban grandes cantidades de trigo en sus cuevas. Había un muchacho muy avispado al que conocían en la zona por Mantin Txiki o Martiniko que se propuso apropiarse estos conocimientos a los Basajaun; así pues se calzó una albarcas mucho más grandes que su pie y se dirigió  a donde los Basajaun guardaban el trigo a proponerles un reto:


   - A que salto de un montículo de trigo a otro y llego sin problemas. - Les propuso Martiniko

   - Imposible. - Rieron los Basajaun
Que si, que no.... que si, que no, y Martiniko saltó cayendo entre dos montículos. Cabizbajo se marchó entre las risas de los Basajaun, que no se percataron de que lo que estaba haciendo Martiniko era llevarse unos cuantos granos de trigo dentro de sus enormes albarcas.

Ahora los humanos ya tenían el trigo, pero desconocían en que momento lo tenían que sembrar, así que Martinico fue de nuevo donde los Basajaun, y escondido escucho como estos cantaban:

   "Si los hombres supieran esta canción, 
    bien se aprovecharían de ella:
    Al brotar la hoja, siembra el maíz
    al caer la hoja siembra el trigo
    por San Lorenzo siempre es el nabo."

Ahora ya tenían el trigo y sabían como sembrarlo, pero estos no eran los únicos conocimientos que poseían los Basajaun pues también inventaron la sierra, y Martiniko quería conocer también ese secreto. Así pues Martiniko partió de nuevo a encontrarse con los Basajaun sin saber muy bien aun como se las iba a ingeniar para arrevatarles el secreto de la sierra así que, cuando se encontró con ellos tubo que improvisar:

   - ¿Sabéis una cosa? - Les dijo Martin Txiki - Ya se como construir una sierra.

Los Basajaun se sorprendieron y uno de ellos le contestó:

   - ¡Ah! Te has fijado en la forma que tiene el filo de la hoja de los castaños.

Martiniko pensó "Tate" y, dando las gracias por todo, marchó presuroso a la herrería a construir una sierra, dándole al filo la forma de las hojas de los castaños.
Los Basajaun se enfurecieron muchísimo por este engaño y bajaron a la aldea, se presentaron en la herrería y, agarrando la sierra contra el yunque, le dieron un gigantesco golpe a la altura del filo para romperla, dejando los dientes de la sierra  uno para un lado y  el siguiente para el otro; pero en vez de romperla, lo que consiguieron sin quererlo fue una nueva sierra mucho más eficaz.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Quienes son BASAJAUN Y BASANDERE

Otros nombres:Baxajaun / Basandre, Basandere




Pueblo de gigantes, familia de los Gentiles. Tienen el
cuerpo totalmente cubierto de pelo, y en su pierna izquierda
tienen una pezuña en vez de pie.
Sus compañeras las Basamberes son muy hermosas, tienen
la tez de la cara con brillos dorados y tienen largas
cabelleras rubias que suelen peinar a la orilla del río con un
peine de oro; tienen una sonrisa muy cautivadora, y atraen
tanto a los hombres, que los enamoran a menudo. Se dice
que han aparecido varios pastores en un estado de éxtasis
mortal.
Son l@s encargados de cuidar los bosques y los que suelen
avisar a los pastores cuando el lobo acecha o se acerca una
tempestad; estos a cambio, le dan como tributo un trozo de
pan que los Gentiles recogen cuando los pastores duermen.
Eran l@s que poseían el grano de trigo y el conocimiento de
diferentes herramientas de trabajo como la sierra y el arado.
Son conocid@s como los primer@s agricultor@s, los primer@s
herrer@s o los primer@s moliner@s (conocimientos que también se les atribuye a los Gentiles).
Cuentan que el más viejo de los Basajaun, muy enfadado por encontrar a uno de ellos con una
Lamia, golpeo fuertemente con su bastón en la tierra cuando esta era todavía un mega-continente,
dividiéndola en los cinco continentes que conocemos en la actualidad.

Quienes son ATARRABI y MIKETAS

Atarrabi y Miketatz son los dos hijos que tuvieron Mari y Sugar. Son la personificación del bien y del mal respectivamente.


Cuenta la leyenda que Mari dejo al demonio (Etsai o Akerbeltz) cómo tutor y maestro de Atabarri y Mikelats. Cuentan los dicen conocer el paradero de la cueva de Etsai, que esta se encontraba en Nafarroa, en las cuevas de Zugarramurdi. Etsai enseñó a Mikelats toda la ciencia del mal, en cambio Atarrabi, adquirió toda la ciencia del bien. El demonio, a su vez, enseñaba a otros aprendices. Pero había un trato previo pautado con este, y es que cuando concluyesen su formación, uno de los estudiantes debería quedarse cómo esclavo para ayudar al demonio hasta el final de su vida. Y llego el día, los estudios concluyeron y el diablo se puso cercano a la entrada de la cueva y, según los estudiantes iban saliendo, el diablo les preguntaba: -¿Tú vas a quedarte con migo? Y el que salía, apresurándose a salir contestaba: -Yo no, se quedará el de atrás. Y asó uno a uno le respondían lo mismo abandonando la cueva; y así hasta el último, que fue Atarrabi que al preguntarle: -¿Serás tú quien se quede con migo? También respondió: -no, se quedará el de atrás. Y rapidísimo salió de la cueva; pero el demonio estiró sus zarpas para agarrarle, pero no le dio tiempo, aunque si para atrapar su sombra. Y es así como Atarrabi perdió su sombra (aunque esta suplió los servicios) consiguiendo liberarse más adelante cómo su hermano Mikelats.

Quién es MARI


Otros nombres: Amaiur, Maya, Loana-Gorri, Lezeko-Andre, Aralarko, Damea, Dama del Amboto,Mair, Maidi, Maddi.




Mari o Maddi es el numen principal de la mitología vasca. Es la personificación de la madre tierra o Amaiur, creadora de todos los seres o entidades de la tierra. Es una divinidad de carácter femenino que habita en todas las cumbres de las montañas vascas, aunque sus moradas más conocidas son: la cueva del Amboto (en la cara este de la cumbre), Txindoki, Muru y Gorbea. Generalmente se presenta con cuerpo y rostro de mujer elegantemente vestida, transformándose en ocasiones en forma híbrida: con patas de cabra y garras, en forma de árbol, de ave rapaz, una mujer de fuego o un caballo que arrasa las nubes. Como mujer tenía una melena rubia y abundante, que peinaba al sol con un peine de oro. Su planta preferida es la albahaca. Ella tiene la capacidad de volar, el dominio del clima y del interior de la tierra y del agua de los manantiales. Su consorte es Maju, con quien tubo dos hijos, Atarrabi y Mikelatz; sus asistentes son las Sorgiñak y los Galtzagorris son sus acompañantes. Para ser recibido en su cueva hay que tutearle, nunca hay que sentarse aún siendo invitado a ello, y para salir de la cueva hay que hacerlo de espaldas, dando la cara a Mari. Castiga la injusticia, el robo y la mentira, esta última con la ley del NO, que consiste en quitarte aquello que tienes, pero que niegas poseerlo. Hay diversas leyendas sobre la procedencia de Mari según los distintos territorios, pero sin duda las siguientes, son las más extendidas.

viernes, 7 de noviembre de 2014

RUTA: Dantzaleku por la calzada de Berrenoa



La calzada de Berrenoa fue cosntruida en la edad media. Desde el alto de Berrenoa bajaba asta Atxurrene y desde aquí seguía el río Agauntza. A esta zona limítrofe se la conocía como la frontera de los malhechores por los conflictos que había entre el reino de Navarra y el de Castilla. Por aquí también pasaba uno de los ramales del camino de Santiago  por lo que era una calzada bastante transitada por donde te podías cruzar con peregrinos, arrieros, ladrones, contrabandistas y tambien con brujas.

En este recorrido nos dirigiremos a la loma de Berrenao, conocida como Dantzaleku. Recibe este nombre porque los jóvenes que pasaban por aquí en romería desde la ermita de San Pedro, solían parar a bailar. Durante el trayecto, muy cerca del punto de partida, pasaremos por el puente de Mandaibieta, lugar donde se solían reunir las sorgiñas.



Comenzamos la marcha en el puente de Atxurrenea, cruzandolo y tomando el camino de la izquierda siguiendo el rio.

Puente de Attxurrenea - Tras pasarlo tomamos el camino de la izquierda

Pasamos por a unos manzanos y junto al prado tomamos un sendero que va hacia la izquierda para atravesar el pinar y salir en Mandaibieta.

Atravesamos los manzanos por el camino de la derecha
Dejamos el puente de Mandaibieta a la izquierda y ascendemos por la pista.

Puente de Mandaibieta

Pista
Continuamos asta encontrar una txabola reformada que, dejándola a la derecha, atravesamos una valla de alambre de espinos y tomamos el camino que asciende por la derecha. A partir de este punto seguiremos las marcas blancas y amarilla que nos indican el PR.

Txabola reformada

Tras pasar la valla tomamos el camino de la derecha














Llegamos a un pequeño claro, y un hermoso castaño nos indica, con las marcas del PR que sigamos por el camino de la izquierda.

Castaño - Segiumos por la derecha

Continuamos sin perder de vista las marcas del PR por la llamada Calzada Berrenoa asta llegar a nuestro destino, la loma de Berrenoa, conocida como Dantzaleku; aquí podremos ver un pequeño dolmen.

Curiosa rama

Ruina

Dolmen

Calzada de Berrenoa

Curioso Haya
El camino de vuelta lo haremos deshaciendo nuestros propios pasos asta llegar de nuevo a la txabola reformada, donde tomaremos un camino a izquierda, dejando la txabola a nuestra derecha. (wpt 7) Continuamos asta llega al punto de partida (Puente de Atxurrenea)

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(Esperar 5 seg. y pular en SALTAR PUBLICIDAD en la parte superior derecha)

viernes, 24 de octubre de 2014

Mari Petralin y el arriero

Un arriero de la Sakana navarra solía ir a Ataún a vender sal; ambulaba ir de puerta en puerta vendiendo sal. En una ocasión se le alargaron las ventas en Ataún, y cuando emprendió el viaje de vuelta oscureció antes de que llegara al bosque y decidió quedarse en la zona de Berrenoa para no tener que andar de noche. Paró en el descampado denominado Dantzaleku asta que amaneciera. Le resultaba conocido este lugar porque era costumbre, en los pueblos del entorno, ir de romería a esta campa después de la misa celebrada en la ermita el día de San Pedro. Ató al mulo en un haya y el se subió a otra haya para acomodarse, se ve que temía las fieras del bosque o a algún bandido que pudiese estar por la zona, ya que por la calzada de Berrenoa transitaban muy a menudo. Tal cómo dice el dicho popular -“a las doce de la noche el canto del gallo, cerca andará alguna bruja soberbia”- y mientras se encontraba allí, cerca de las doce de la noche, oyó la conversación de un grupo de personas que se estaban acercando al collado de Berrenoa. Inmediatamente aparecieron un montón de Brujas que empezaron a bailar montando un gran escándalo. Después de un rato apareció Mari Petralin con una amiga y, bajo el haya donde se encontraba el arriero, le empezó a contar: -¿Sabes que la hija del rey esta enferma y a punto de morirse? Nadie sabe porque se encuentra así, pero es porque el pasado domingo cuando estaba en misa y le ofrecieron el pan bendito se le cayó un trozo y la chica lo escondió en el borde de la lapida que estaba bajo sus pies; ahora lo tiene un sapo en la garganta sin poder tragarlo. Si al sapo le quitan el trozo de pan, lo limpian en tal fuente y y se lo hacen comer a la enferma se curará enseguida. Al instante el gallo cantó y las brujas se marcharon rápidamente. El Arriero pasó la noche en silencio y vigilando, acordándose muy bien de lo que les había oído a las brujas. Al amanecer bajó del haya, cogió al mulo y se bajó al pueblo; También acudió a donde el rey y le contó lo que hoyo en la zona de Berrenoa, y tras hacer lo que tenía que hacer, se le curó la hija. Como contra prestación al favor, el rey le colmó de riquezas al arriero. El hermano del arriero, tras escuchar la historia, decidió hacerse arriero. Un día que pasaba por el prado de Berrenoa decidió quedarse a pasar la noche, escondió el mulo y se subió a un haya. A medianoche volvieron a aparecer las brujas, y Mari Petralin también estaba allí: -¿Sabes que se ha curado la hija del rey? -Nooo.... A ver si alguien nos está vigilando. -Es posible, miremos por la zona por si acaso. Enseguida encontraron el mulo, y al arriero subido en el haya; lo bajaron y, atado al mulo, lo anduvieron arrastrando de zarza en zarza. Menos mal que tras cantar el gallo las brujas tuvieron que marcharse, porque si no quien sabe si el hermano del harriero hubiera salido vivo de esta. Al amanecer, herido y cojeando, cruzó el limite fronterizo y, siguiendo la calzada que va hacia la ermita de San Pedro, volvió a su casa en la Sakana sin ganas de seguir en aquel oficio.

jueves, 16 de octubre de 2014

Mapa mitologico de Euskal Herria

Las brujas y los jorobados

En tiempos pasados, en Urdax (Lapurdi), vivía una vieja bruja que asistía, como era su obligación, a los akelarres de los viernes por la noche. Esta bruja tenía como vecinos a dos hermanos solteros, y además jorobados, que sospechaban de ella y la vigilaban con mucha atención. Un día uno de los hermanos llamó a su puerta y le dijo:

-Me gustaría acompañarte un día a la reunión. 

La vieja se hizo la sorprendida.

-¿A la reunión?¿Que reunión? No se de que me estas hablando. 

Pero el hombre tanto le insistió, que finalmente la vieja le confesó que si era sorgiña y que iba todos los viernes al akelarre. Decidieron pues, ir juntos al próximo akelarre, pero antes la sorgiña le hizo una recomendación:

-Fíjate bien. El presidente de la reunión nos pedirá decir a cada uno los días de la semana, y hay que decirlos de esta manera: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado; nunca menciones el domingo, ¿de acuerdo? El jorobado asintió.

Al viernes siguiente, el jorobado acompañó a la sorgiña al akelarre. Había allí cientos de brujas y brujos, y en medio de la reunión se hallaba el presidente, con un gran libro en la mano, y a quien llevaron un sillón rojo para que se sentara. Todos los presentes iban pasando y, después de besar el libro, decían los días de la semana, sin nombrar el domingo. Al llegarle el turno al jorobado, este besó el libro y recito los días de la semana de carrerilla.

-Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo 

El presidente de la reunión se levantó de su asiento muy enojado.

-¿Quien ha hablado de domingo?- preguntó.
-Señor, ha sido este jorobado- respondieron los demás.
-Pues que le quiten la joroba de la espalda- ordenó el presidente.

Y así se hizo. El hombre volvió a su casa encantado de no tener ya la joroba, y su hermano, que lo estaba esperando, le preguntó sorprendido:

-¡Oye, no tienes joroba! ¿Como lo as hecho? 

El otro le contó lo sucedido, y le animó a que él también probase suerte. Así pues, el segundo hermano fue a la casa de la sorgiña y le pidió que también le llevase al akelarre, prometiéndole que él no mencionaría el domingo.

-Tu hermano también lo prometió, y no cumplió su palabra.- Le dijo la sorgiña.
-Yo si que cumpliré. - Contestó el hermano, convenciendo así a la sorgiña.

Llegado el viernes, el hombre pudo comprobar que todo iba sucediendo como se la había contado su hermano, y cuando llegó su turno, al recitar los días de la semana dijo:

-Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. 

El presidente de la reunión se levantó de la silla más enfadado que nunca.

-¿Quien ha hablado de domingo? 
-Señor, ha sido este jorobado.- Respondieron los demás.
-Una vez vale..- Dijo el presidente -...pero dos ya son demasiadas. Que le pongan a este la joroba del otro. 

Y el pobre hombre regresó a casa con las dos jorobas, que ya no se pudo quitar, pues su vecina, la sorgiña, desapareció y no pudo llevarle al akelarre de nuevo.

La Torre Misteriosa

En el hermoso valle alavés de Aramaiona se encuentra el pueblo de Ibarra, que antesse llamaba Zalgo, limitado en su zona norte por la peña de Anboto, conocida por ser una de las moradas de Mari, la diosa de los antiguos vascos.
En el año 1122 se extendió una gran preocupación en el valle. Hacía ya un año que un misterioso hebreo llamado Samuel, que vivía en Adurzaba, al pie del cerro de Gasteiz, se había presentado en Zalgo. Tenía una barba larga y blanca que lecubría el pecho; llevaba en la cabeza un birrete negro y en los pies unos escarpines de terciopelo rojo. Pero lo que más llamaba la atención a los habitantes del valle era que la túnica que vestía el misterioso personaje, desde el cuello a los pies, estaba bordada con hilo de oro y brillaba más que el sol. Todas las tardes se sentaba junto a la fuente de Goikoerrota, mirando una y otra vez las peñas de Izpizte. Luego dibujaba unas líneas sobre un pergamino y se marchaba. Todos opinaban que estaban construyendo un palacio encantado sobre las peñas sin necesidad de obreros. Al cabo de algún tiempo, el judío Samuel dejó de ir a la fuente, pero los habitantes de Aramaiona descubrieron entre las hayas y los tejos las almenas de un maravilloso castillo, al que nadie se atrevía a acercarse. Estaban los asombrados habitantes comentando el prodigio de la torre misteriosa cuando comenzaron a ocurrir cosas que aún les asustaron mucho más. Todas las noches, los vecinos podían ver cómo las ventanas de la torre se iluminaban en cuanto se ponía el sol; pero, aunque lo intentaban, nunca veían a nadie entrar o salir de ella. Al llegar el verano, observaron que a medianoche salían de la torre blancos fantasmas montados en veloces caballos, también blancos, que atravesaban el bosque en dirección al caserío de Zalgogarai, para volver antes del amanecer. El terror de los habitantes de Aramaiona iba aumentando de día en día, hasta que, finalmente, decidieron que fueran cuatro de los jóvenes más fuertes y valerosos a investigar lo que allí ocurría. No faltaron voluntarios, puesto que todos querían demostrar que no tenían miedo, aunque, por si acaso, fueron bien provistos de palos, cuchillos y hachas. Al anochecer salieron de Zalgo en dirección a la torre, y se escondieron detrás de unas matas. Las ventanas de la torre se iluminaron como cada noche, pero no seveía a nadie cerca de ellas. La espera se les hizo interminable, pero, por fin, escucharon las campanadas de la medianoche. Al sonar la última se abrió el gran portón del castillo y salieron por él media docena de jinetes fantasmas a galope, pero el silencio era total, porque los animales ni siquiera rozaban la tierra con sus cascos. Al pasar por su lado, los jóvenes sintieron un viento helado en sus caras, y helado también se les quedó el ánimo. Esperaron un momento y después se dirigieron hacia la entrada sin decir palabra.Recorrieron varios pasillos hasta llegar a un gran salón, pero el miedo los dejó paralizados. En medio de la habitación se encontraba una muchacha muy hermosa y muy pálida, vestida con una larga túnica dorada, con el cabello suelto y los pies descalzos. Estaba envuelta en una luz blanca muy intensa que iluminaba el salón y el resto del castillo. Cuando los cuatro jóvenes iban a echar a correr, los detuvo la voz de la muchacha:

—¡Esperad!¡No os vayáis! Soy Mariurraca, de la torre de Muntxaratz. Hace doscientos años maté a mi hermano Ibon y, desde entonces, estoy condenada a no morir. ¡Porfavor! ¡Ayudadme! 

Repuestos de la sorpresa y conmovidos por la tristeza de su voz, los jóvenes le preguntaron cómo podían ayudarla.

—Yo soy la luz de los espíritus que habéis visto salir de aquí. Al igual que yo, ellos están condenados a cabalgar durante toda la eternidad. ¡Iluminad la torre!Encended aquí mismo una gran hoguera cuya luz sea más fuerte que la mía; pero,¡daos prisa!, porque si no, ellos volverán y nunca más podréis abandonar este lugar. 

Los cuatro jóvenes dispusieron un gran haz de leña en medio del salón y le prendieron fuego. En pocos minutos, las llamas subieron hasta el techo.Mariurraca sonrió y comenzó a desaparecer, mientras decía:

—¡Gracias,amigos, gracias! Ahora ya puedo descansar. 

Empezaba a amanecer y los jóvenes se encontraron de pronto en medio del campo. La torre había desaparecido. Sólo la hoguera seguía ardiendo. Los habitantes de Aramaiona no volvieron a ver a los fantasmas, y todos pudieron dormir tranquilos a partir de entonces.

Ziripot

Hace tiempo vivía en el pueblo de Lantz, en Nafarroa, un personaje muy popular al que llamaban Ziripot. Era un hombre grande y gordo que casi no podía andar ni tampoco trabajar, así que, para ganarse la vida, contaba viejas historias o cuentos y sus vecinos, quienes, a cambio, le regalaban comida.

—¡Mira, mira, Ziripot, lo que te traemos hoy! 

Y le enseñaban una cesta llena de verduras, frutas y algún que otro pollo.

—¡Cuéntanos un cuento! 
—¡Que sea divertido! 
—¡No, no! Hoy queremos una historia de amor. 
—¡Bah! Mejor una batalla. 

Y así pasaron los meses y los años hasta que, de pronto, un día apareció en Lantz un gigante llamado Miel‐Otxin. Era feroz y malvado, abusaba de las gentes y les robaba todo lo que tenían. Con él iba una criatura extraña, mitad hombre y mitad caballo, cuyo nombre era Zaldiko. Los dos se establecieron en Lantz y exigieron que el pueblo se sometiera a su voluntad. Todos los días, Miel‐Otxin y Zaldiko se situaban en medio de la plaza, los herreros ponían herraduras nuevas en las patas del centauro y los habitantes del lugar, atemorizados, desfilaban uno por uno delante del gigante y su ayudante, depositando a sus pies todo cuanto poseían. Sólo Ziripot no podía llevar nada, porque nada tenía.

—¡Eh! ¡Tú! ¡El gordo! ¡Ven aquí!—gritó Zaldiko.

Pesada y lentamente, Ziripot se acercó.

—¿Por qué no traes nada? —le preguntó el hombre‐caballo, haciendo restallar su látigo.
—No tengo nada —fue su respuesta.

Furioso, Zaldiko se abalanzó sobre él y lo golpeó con rabia una y otra vez, hasta que el pobre Ziripot cayó a tierra. Intentó levantarse pero no pudo, debido a su enorme peso. Unos cuantos vecinos intentaron ayudarle, pero Zaldiko, con su látigo, no les dejó acercarse. Se hizo de noche, la plaza quedó desierta y el gordo Ziripot quedó en medio de ella sin poder moverse. Ya pensaba en que tendría que quedarse allí cuando, de entre las sombras, fueron apareciendo los vecinos, que sigilosamente le ayudaron a levantarse y lo llevaron a su casa.

—¡Esto no puede seguir así! —dijo uno.
—¡Nos van a dejar sin nada! —añadió otro.
—¡Hay que encontrar una solución! —exclamó un tercero, y todos quedaron en silencio.
—Una vez —comenzó diciendo Ziripot—, una gran piedra cayó rodando desde el monte y fue a parar delante de un caserío, tapando la entrada. El dueño intentó, desde dentro, mover la piedra, pero era muy pesada y no pudo. Salió por la ventana e intentó moverla desde fuera, pero tampoco pudo, pues la piedra seguía siendo igual de pesada. Pasó muchos días pensando en cómo solucionar su problema, hasta que se le ocurrió pedir ayuda. Llamó a sus vecinos y entre todos quitaron la piedra. 

Los vecinos se miraron unos a otros, cogieron todo lo que encontraron a mano: estacas, azadas, layas, horcas..., y fueron en busca de Miel‐Otxin y de Zaldiko. Este último pudo escapar gracias a sus patas de caballo, que corrían velozmente, pero el gigante fue capturado. Los vecinos lo condenaron en juicio público, lo ahorcaron y quemaron sus restos en la plaza. Lantz recobró la tranquilidad y Ziripot siguió contando cuentos y leyendas hasta el fin de sus días.

RUTA: El tesoro de la cueva de Mairu (Cueva de Mairuelegorreta en el Gorbea)

Su pasado mitológico, geológico y arqueológico suponen un regalo que la Amaiur nos ofrece desde que Manuel Iradier explorara la cueva en 1871. Formada por un un sinfín de galerías pordonde discurre el arroyo Artzegi, los espeleólogos alaveses le han atribuido denominaciones de las calles y plazas de Gasteiz. En su interior, Iradier encontró el primer hombre del Gorbea (paleolítico medio - 50.000 años), Ignacio Barandiaran propuso la tesis de que fue un campamento de caza y el tándem Eguren-Barandiaran halló un nacimiento que data del neolítico. La leyenda es parte de la historia de toda cueva que se precie y en la de Mairuelegorreta el mito deviene de considerarse cueva de "moros" o no cristianos, denominación que parece extraviarse en el túnel del tiempo. Cuenta la leyenda que en su interior se existe un tesoro formado por numerosas monedas de oro. Estas monedas fueron escondidas por seres mitológicos de gran fuerza y tamaño (Los mairus). Parece que la cueva tiene numerosos agujeros realizados por los lugareños en busca de este tesoro que puede ser que realmente existiera, enterrado por los moros que antiguamente moraban estas tierras.



Aparcamos el coche en el último parking que encontramos en la carretera que accede al Parque Natural del Gorbeia desde el pueblo de Murua, dejando atrás los embalses del Gorbeia, y los aparcamientos de los márgenes de la carretera, hasta llegar al mismo tras un paso canadiense, las canteras y paso por donde vadear el río.

 Desde el mismo parking nos dirigimos por la senda Azero hacia el río que debemos cruzar o salvarlo por un pequeño sendero que se abre a la derecha un poco enbarrado al principio, pero que se cruza sin dificultad.

Tras unos minutos andando por la pista enseguida deberemos cruzar de nuevo el río, pudiendolo hacer por un puente que veremos a la derecha de la pista. Nos encontramos con una pequeña campa con dos caminos y una señalizacion. Uno de los caminos continua la pista justo enfrente y asciende hacia Acero; el otro camino se adentra en el bosque hacia la derecha. Descartamos los dos caminos para dirigirnos hacia la izquierda por una zona en la que no se vislumbra sendero alguno hasta toparnos con el arroyo Zubialde que empezamos a remontar.
Campa
 Seguimos avanzando siempre en pendiente hasta que cruzamos a la otra orilla del arroyo por un puente de hormigón. Apenas recorridos 150 metros desde el puente nos encontramos con el Hartzegi, un arroyo subterráneo que vierte sus aguas al río, provenientes de las cuevas de Mairuilegorreta.

 Para continuar la marcha debemos abandonar el río y nos dirigimos hacia un camino ancho que cruza una cerca por paso habilitado.

Tras pasar la cerca atacamos la pendiente directamente en una ascensión bastante dura que finaliza en una pista. Tomamos dicha pista hacia la derecha, que sigue ascendiendo aunque con algo menos de pendiente, hasta terminar en una nueva cerca con paso habilitado que debemos salvar.

 Nada más atravesar la cerca, giramos a la derecha desechando la senda que asciende siguiendo la cerca en fuerte pendiente. Nada más caminar unos pasos nos encontramos con la senda que asciende hacia las cuevas.
Cueva de Mairuelegorreta
Para el camino de vuelta volvemos sobre nuestros pasos hasta el punto donde nos unimos con la pista, por la que continuamos sin desviarnos; enseguida nos encontramos con una valla metálica que salvamos de nuevo por un paso habilitado.

Proseguimos la marcha hasta que desembocamos en otra senda (Egillolarra) señalizada con postes verticales que sigue el arroyo Asunkorda, a los pocos metros dejamos la chabola de Asunkorta y llegamos a la cantera por su parte de arriba. Descendemos hacia la carretera siguiendo el camino que transcurre paralelo al arroyo Asunkorta y desembocamos en la carretera.

 A partir de aqui ascendemos por la carretera y atravesamos la zona recreativa para volver al punto de partida.
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Quienes son lo GENTILES

Son un pueblo de gigantes nacido de la unión entre Basajaunak y Lamiak. Tienen una fuerza descomunal y poseen una gran habilidad para las construcciones. Habitan en cuevas o debajo del suelo, y de ahí que circulen tantas leyendas sobre enormes rocas arrojadas por los aires cual pelotas;aseguran que jugaban a los bolos con ellas. Llegaban a levantar piedras de hasta media tonelada, inculcando así al pueblo vasco sus tradicionales deportes como el de los harrijazoitzaile (levantador de piedras), los bolos, corte con hachas de enormes troncos (haizkolari)... Aunque también se les atribuía una gran torpeza, y así se explican enormes rocas aisladas que se encuentran en lugares extraños, pues habitualmente tropezaban cuando pretendían lanzarlas, cayendo la roca a mitad del trayecto. Su sabiduría les llevó a conocer como tomar los vienes de la tierra, y así enseñaron a los humanos la agricultura, ya que los Gentilak son entidades benéficas y no dudan de enseñar sus conocimientos a los humanos.

Los Gentiles de La Leze

(Sobre los gentiles se han contado muchas leyendas, aunque no todas coinciden con la descripción física de éstos personajes mitológicos. La leyenda que nos ocupa los describe como cíclopes, coincidiendo más con la descripción de Tartaro, aunque la cueva de este lugar recibe el nombre de Gentilcoba)





La leyenda, recogida en Ilarduia por el cura del pueblo Carlos Ortiz de Zárate cuenta que en una ocasión un hombre de Eguino se aventuró por el monte, como en otras ocasiones; pero para su desgracia, se topó con unos gentiles que lo capturaron con la intención de comérselo. Cuando llegaron a la cueva en la que residían, una vieja gentil exclamó gozosa por entre los roídos y negruzcos dientes.

-¡Higadillos frescos quiero!¡Higadillos frescos quiero!-  

El hombre se dio cuenta de que su situación no era muy halagüeña para él, por lo que empezó a pensar en la forma de huir de allí. Calculó que si les pedía que le dejasen hacer sus necesidades, aduciendo padecer un fuerte dolor de tripas, quizás podría tener suerte y se podría escapar. Efectivamente, ellos accedieron a su petición pero, intuyendo sus intenciones, le ataron una cuerda al pie y le señalaron la peña tras la cual podría ir. El vecino se fue tras la peña. Al cabo del rato le preguntaron:

- ¿Has acabado?-
 Él respondió: -Todavía no.-

La pregunta se la hacían de forma intermitente. Además para asegurarse que estaba allí, estiraba de la cuerda cada cierto tiempo. El avispado prisionero ató el cabo a una raíz e, inmediatamente después de que le hiciesen la última pregunta, comenzó a ascender montaña arriba. Sus guardianes estiraban de la cuerda y comprobaban que todavía estaba allí. Pero cansados de su tardanza, le insistieron con las preguntas y al ver que no había respuestas comprendieron el engaño y se lanzaron a una feroz búsqueda, acompañados de dos de sus sanguinarios perros. Los perros siguieron su rastro y, en un momento determinado comenzaron a dar vueltas, desorientados, síntoma inequívoco que habían perdido su pista. Los enormes gentiles abandonaron la caza, pensando que ya estaría muy lejos. Sin embargo, muy cerca de ellos, conteniendo la respiración se ocultaba el vecino de Eguino en lo alto de un viejo roble, a salvo de la mirada de sus perseguidores y del olfato de los sabuesos.

Quienes son la SORGINAS

Otros nombres: Sorginetxe, Sorginkoba, Sorginturri, Sorginzulo,Sorginleze, Sorginerreka... (Paralos brujos) Sorgin, Intzizuak




 Son las asistentes de Mari en su lucha por hacer pagar cara lamentira, y para ayudarle, gracias a sus dones y sabiduría, con lasplantas y en la medicina. La Sorgiñak se reúnen la noche de los viernes en una campa pararealizar lo Akelarres (rituales mágico-eróticos) que celebrabaninvocando a Etsai o Akerbeltz (el diablo). Los lugares más famososde estos akelarres eran: las cuevas de Zugarramurdi (Nafarroa) y enIparralde: Arteriaga (Altzai), Arlegiko Kurutzi y el prado de Sohuta(cercano a Maule). Cuando hablamos de brujería, normalmente pensamos en las brujas, yrara vez en los brujos. Sin embargo, aunque en menor numero, Tambiénacudían a los Akelarres, encargados de tocar el txistu y el tamborilpara que las Sorgiñak bailen alrededor de una gran hoguera. Aunque, desde los principios, la Sorgiñak eran hechiceras condiversos conocimientos de las plantas y los remedios caseros, y sonlas mejores a la hora de curar, se les atribuye males como la perdidade cosechas, averías en los molinos, enfermedades y muertesmisteriosas (en ocasiones por miedo a lo desconocido, pero en muchasotras por la caza de bruja que se realizó el cristianismo). Para saber si alguien en bruja o brujo, bastaba con mirar si tienelunares en el cuerpo o en el blanco del ojo (lunar conocido comomarca de sapo) o alguien podía tocarse la muñeca con el dedo pulgarde esa misma mono, era señal de que se trata de una brujo o brujo. Sobre la base de estas pruebas, muchos vascos fueron perseguidosencerrados y ajusticiados por los inquisidores españoles y francesespor acusación de brujería. Para asustar o ahuyentar a las Sorgiñak se usaban cruces, apio,carbón y amuletos.

sábado, 11 de octubre de 2014

El puente de las Brujas de Andoaín

Cuentan las antiguas lenguas de la zona que para atravesar el río se valían tan solo de dos cuerdas, una para agarrar con las manos y otra más baja para el apoyo de los pies. Así pues en el barrio de Soravilla de Andoaín quisieron construir un puente. Las Sorginak, sabedoras de esto, le dijeron al albañil encargado de la construcción que ellas harían el puente en una sola noche, antes de que cantase el gallo, pues sabido es por todos que las Sorginak han de estar de vuelta a sus hogares antes del canto del gallo; pero a cambio este les debería entregar al primer nacido de su casa. El albañil acepto gustoso pensando en la vaca que tenía a punto de parir y diciéndose a sí mismo que un ternero a cambio del puente seria buen precio a pagar, mas no tardo en caer en la cuenta de que su mujer también estaba a punto de parir. Ante esto, el albañil fue a consultar con el sacerdote, quien tras escucharle le recomendó que llenara de agua un caldero y que ahí metiese un gallo. El albañil obedeció al cura, y el gallo cantó tan pronto se vio fuera del agua. Al escuchar al gallo las Sorginak abandonaron su labor quedando el puente sin terminar a falta de una sola piedra. Estas se alejaron precipitadamente mientras gritaban bien alto:

 -Ez garela eta bagarela; baina hamalau mila bagaituk. Labaiendik harria, eskuz esku.- -Que no somos y si somos; pero catorcemil somos. De Labaien la piedra de mano en mano.- 

Dicen que los intentos por colocar la última piedra son inutiles, pues se cae una y otra vez en cada intento.

RUTA: Supelegor, la morada de Mari


Mari, la diosa de la mitología vasca, tiene morada en las principales montañas de Euskadi, entre las que viaja convertida en una bola de fuego. Como no podía ser de otra forma, Gorbeia acoge una de esas cuevas. Y si Mari debía elegir un escenario acorde con su magia y misterio, éste no podría ser otro que Itxina. Allí, en el corazón de este inhóspito y fascinante macizo kárstico, se encuentra la cueva de Supelegor, hogar no sólo de Mari, sino de toda su corte de sorgiñas y lamias, que en las noches tormentosas se sientan en el espectacular pórtico de la caverna, de 20x20 metros, en torno a una fogata. Por eso cuentan que, hasta hace no mucho, los pastores de Gorbeia rehuían adentrarse en la gruta. Aunque la superstición iba por gremios. Otra tradición asegura que los ferrones buscaban en ella la protección de Mari cada vez que estrenaban nueva ferrería. Aunque los únicos habitantes de los que se tiene constancia científica son los murciélagos. En la cueva viven 16 de las 25 especies catalogadas en la Península. El mejor acceso a Itxina para conocer Supelegor no desmerece la majestuosidad y el misterio de la cueva y está considerado también como la principal entrada al macizo: el Ojo de Atxulaur, una de las formaciones más espectaculares del complejo kárstico. Situado al nordeste del macizo, a 1.100 metros de altitud, se trata de un arco de piedra de grandes dimensiones, que antiguamente era la entrada a una cueva actualmente desaparecida por efecto de la erosión.



La ruta más rápida a Atxulaur parte de Pagomakurre. En el área recreativa seguimos un camino que tras atravesar un par de bosques desemboca en la campas que rodean Itxina.
Area recreativa de Pagomakurre

Fuente en Pagomakurre

Curiosa roca en Pagomakurre
Campas
Desde allí, un sinuoso sendero nos sitúa en la puerta de entrada de este singular macizo kárstico . Traspasar el Ojo de Atxulaur siempre tiene un significado especial. Pisamos las mismas piedras por las que han transitado desde hace miles de años pastores y carboneros.
Subida al Ojo de Atxulaur
Ojo de Atxulaur









Lo primero que encontramos es una amplia hoya a nuestros pies, que bordeamos por la derecha hasta descender a una cruce de sendas.

Hacia la izquierda se dirige el camino que atraviesa Itxina y, tras pasar por la majada de Lexardi, concluye en Kargaleku, la entrada a Itxina desde Arraba. Hacia abajo continúa la ruta a Supelegor.
Señalización









Ofrecer referencias en este laberinto es complicado. Lo mejor es no perder de vista los numerosas hitos, que nos dirigen por el karst entre hayas, ruinas de txabolas y restos de carboneras, sorteando hoyadas y pasos entre las rocas.
Laberinto de Itxina

Laberinto de Itxina

Laberinto de Itxina
Tras superar uno de los más angostos, los hitos señalan un desvío que lleva a la cercana cueva de Axlagor, que en realidad es un túnel curvado.
Cueva de Axlagor
De vuelta al camino, no tardaremos en llegar a Supelegor. Su majestuosidad permite entender que sea uno de los principales enclaves mitológicos de Euskadi. Si hemos sido previsores y tenemos linterna incluso nos podremos aventurar en su interior para descubrir alguno de sus secretos...
Cueva de Supelegor
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