lunes, 25 de abril de 2016

La Leyende de la LAMIAKO MASKARADA



En Lamiako, barrio de Lejona, Bizkaia, se originó esta bonita leyenda que es representada el último viernes de Mayo, ya que es el día en que las sorginak se juntan en los Akelarres, y Sugaar, marido de Mari, acude a la guarida de esta para peinarla.

La maskarada, parte del caserío de Gaztelubide y llega hasta la escultura de la lamia, una cadeneta, encabezada por Maiatza y compuesta por la gente del pueblo, gigantes y la fanfarria, recorre el pueblo anunciando el comienzo de la Maskarada.
Mari y Sugaar van recogiendo a los otros personajes para invitarles a la fiesta que se celebrará durante la noche. Mientras, Prudentzia aparece vagando y preguntando por su hijo. Todos los personajes se interrelacionan ayudando a crear un ambiente festivo. En este momento, la leyenda de Prudentzia cobra vida reencarnada en el singular canto de lamia.
Una de las explicaciones o relatos mas claro de esta leyenda, está desarrollada en el libro “El canto de la lamia” de Antonio Trueba.
Esta historia se sitúa alrededor de principios del siglo XIX, y fue la causa de que esta zona de marismas se llamase así.

Cuentan que Prudentzia, ya anciana, enviudó mientras gestaba un embarazo incipiente.
Nació Iñaki, lo crió amorosamente. Pero cuando éste creció, se hizo cargo de las posesiones familiares, vendiendo todas las heredades, y se embarcó para conocer el mundo.
Prudentzia, sintió que el corazón se le rompía. Tal era la tristeza que invadía su vida. A partir de ese día, pasaba todo el tiempo mirando la desembocadura del Ibaizabal, esperando ver arribar al barco de su amado hijo.
Pero pasó que una tarde, encontrándose en Bérriz, pudo ver un barco en el horizonte, por lo que esperanzada, bajó a la gran carrera a las Junqueras de Ondiz, pero al acercarse notó que no se trataba de la embarcación de Iñaki, por lo que fue tan grande su desconsuelo, que al regresar a su casa, le falló el corazón, muriendo en esas mismas Junqueras. En ese momento, las lamiak se compadecieron de Prudentzia, y cantaron dulcemente, logrando que la acongojada madre se convirtiese en una de ellas.
Desde entonces, este canto se puede oír siempre que un hijo de la región abandona las montañas.
Desde aquel entonces a las junqueras de Ondiz se les llama con el nombre de Lamiako Hondartza (Playa de Lamias, en euskera) y de ahí el nombre del pueblo de Lamiako.


martes, 22 de marzo de 2016

El becerro de oro



Ilustración de Juan Luis Landa
Las cuevas y simas profundas casi siempre son motivo de relatos fantásticos, porque es creencia popular que en su interior existen tesoros inmensos, tal y como señala J. M. de Barandiaran en su obra «El mundo en la mente popular vasca». Así, por ejemplo, existen pieles de buey llenas de oro. Otras veces son pellejos de cabra también repletos de oro, o “kutxak”, cofres. En algunos lugares hay enterradas campanas de oro o, como ocurre en el relato siguiente, figuras de animales, igualmente de oro.

Cerca del pueblo alavés de Birgara, en el monte Kapildui, existe una sima de la cual se habla en varias leyendas diferentes. Es la morada de unos genios que aparecen bajo figura de toro, carnero u oveja, y cuentan los pastores que en su interior hay un becerro de oro guardado por brujas y otros seres temibles. Hubo una vez un pastorcillo que llevaba a pastar su rebaño a las cercanías de la sima de Kapildui. Solía sentarse frente a la cueva y pensaba en todas las cosas de las que hablaba la gente, los tesoros, las brujas y monstruos que los guardaban. A veces soñaba que él era un gran guerrero que entraba sin ningún temor en el interior de la sima, luchaba contra los guardianes del tesoro y se lo llevaba a su casa; todo el mundo le aclamaba y su madre era muy feliz por tener un hijo tan valiente. Alguna vez se había asomado al interior de la sima, pero la oscuridad y los gritos que creía oír le habían helado la sangre. Un día, estando como de costumbre sentado frente a la cueva, vio salir de su interior a un corderito negro que balaba tristemente. Al principio creyó que el animal era uno de aquellos espíritus de los que hablaba la gente, pero el corderito lo miraba con unos ojos tan tristes que enseguida pensó que se había perdido de algún otro rebaño y se había resguardado en la cueva. El pastor se acercó al cordero y lo acarició, pero al instante notó que una fuerza enorme lo arrastraba hacia el interior de la sima, y hasta creyó oír que el cordero se reía con una risa que le puso los pelos de punta. Arrastrado hasta la parte más profunda de la sima, el pastor se encontró de pronto en una sala iluminada por unas grandes hogueras, cuyas llamas llegaban hasta el techo. El muchacho advirtió que el corderito negro había desaparecido y que estaba completamente solo. Entonces fue cuando se fijó en una estatua que estaba encima de una plataforma. ¡Era el becerro de oro del que hablaban las leyendas que le contaba su abuela! Se acercó para verlo mejor, y la cabeza empezó a darle vueltas. El becerro era de oro y brillaba más que el sol del mediodía. —¡Qué suerte! ¡He encontrado el tesoro! —exclamó en voz alta. Entonces, el becerro abrió los ojos y miró fijamente al pastorcillo. Eran unos ojos rojos, tan brillantes como las llamas de las hogueras. —¡Son los ojos del diablo! —dijo el chaval, aterrorizado. —¡Tú lo has dicho! —contestó la estatua sin abrir la boca—. Muchos han sido los que han querido entrar en mi morada y apoderarse de mis tesoros, pero ninguno ha salido con vida de aquí. Tú sí saldrás esta vez, pero nunca más intentes volver, porque no tendré piedad. Una lametada de oveja despertó al pastor. Durante unos segundos, no supo dónde estaba, luego se dio cuenta que estaba en el mismo lugar de siempre, frente a la sima de Kapildui, rodeado de sus ovejas. Recordó lo ocurrido y se echó a reír. —¡Menudo sueño he tenido! Un triste balido le hizo mirar hacia la entrada de la cueva. ¡Allí estaba el corderito negro de su sueño! Los dos se miraron durante un rato, y después el pastor se levantó rápidamente, recogió a sus ovejas y regresó al pueblo lo más deprisa que pudo. Nunca contó su sueño a nadie, pero tampoco volvió a la sima en toda su vida. 
Toti Martinez de Lezea

domingo, 13 de marzo de 2016

RUTA: El molinero de Txagoiti




Cuentana que al molinero de Txagoiti le gustaba mucho cantar y que cuando alguien iba a que le moliese el trigo, el molinero le pedía que cantase una canción, y si no lo conocía le molía el trigo gratis y le daba cuatro reales.
Una leyenda cuenta como el molinero no podía volver al pueblo porque se le habia hecho de noche y no veía nada, pero un pequeño Galtzagorri le dijo que siguiese el sonido de los cencerros. El molinero así lo hizo y pudo llegar al pueblo.
Ver leyenda

Iglesia de la Natividad de nuestra señora de Añua

La ruta la empezaremos en Añua. Este pueblo cuenta desde el 2006 con unas fiestas patronales en las que lanzan a "Nati Erremolatxa" desde el campanario de la iglesia hasta la fuente. Todos conocemos a Celedón y la canción de fiestas de la Balnca que dice:
"Celedón ha hecho una casa nueva, Celedón con ventana y balcón"
Pero pocos saben el porque de esa canción.
Celedón era de Zalduendo y estaba casado con una mujer natural de Añua a la que llamaban Nati remolacha por su pelo alborotado.
Una vez que Celedón no apareció por casa durante los cinco días de las fiestas de la Blanca del año 50, la Nati lo echó de casa cansada ya de sus juergas.
Los amigos de Celedó se inventaron una canción para recibirle en las fiestas del año siguiente, y que decía así:
"Celedón ha hecho una casa nueva
Celedón con ventana y balcón
Celedón la Nati te ha echado
Celedón por muy cabron
Nati, Nati, Nati ten compasión
Nati, Nati, Nati te compasión
Nati, Nati, Nati te compasión
Te compasión del pobre Celedón".
La segunda estrofa se cantó hasta el año 56 porque el ayuntamiento de Vitoria la prohibió cantar.

Siguendo con la ruta...
Empezamos desde la iglesia de Añua. Justo al lado de la fuente sale una calle dirección sur (Askalde kalea).


 Vamos por esta calle que al salir del pueblo se convierte en pista parcelaria. Andamos unos 260 m. hasta la primera bifurcación donde dejamos la pista y cogemos el camino de la derecha que sigue dirección sur.


Este camino nos lleva directos hasta el molino de Txagoiti, lugar donde ocurre nuestra leyenda.

Molino de Txagoiti
Continuamos nuetro ruta hacia la ermita de Santa Lucía por el camino que continúa por la derecha del molino dejando a nuestar derecha la charca con el mismo nombre que la ermita.


Caminamos durante unos 800 m. sin tomar ningún desvío hasta un cruce de caminos. Ahí cogeremos el camino de la derecha que toma dirección noroeste.
(De frente se ve Hijona)


Seguimos la pista hasta que damos con una carretera. Salimos a ella, pero justo al lado (10 m.) sale un camino con dirección este que se introduce en el bosque y nos lleva directos a la ermita .


De la Ermita de Santa Lucía hay que decir que posiblente cuente con una de las romería más antiguas de Álava, "La Laurea", que bendecían las tierras con agua bendecida en San Gregorio tierra Estella.

Ermita de Santa Lucía
Para volver hasta Añua podemos hacerlo por el mismo camino que hemos realizado. Yo me he aventurado por un camino enfrente de la ermita entre el robledal.


El camino me lleva a un puesto de caza, y a partir de aqui continuo por pequeños senderos tomando dirección noreste para alcanzar la carretera de Trokoniz a Elburgo (A-4121).
Sigo por la carretera hasta un camino que lleva a la charca de Santa Lucía. Bordeando la charca llego al molino de Txagoiti, y desde aqui hasta Añua realizo el mismo camino del principio.



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El molinero de Txagoiti




 Cuentan que aquí vivía un molinero muy alegre y cantarín. En el molino se pasaba el día haciendo harina, una fina para hacer pan y ricos bizcochos y otra gruesa para dar de comer a los animales, mientras cantaba y cantaba.
Siempre que alguién se acercaba a que le moliese el trigo, el molinero les pedía que le cantase una canción y si no la conocía, les hacía el trabajo gratis y además les daba cuatro reales.
Existe una canción popular que dice:
"Por echar cuatro cantares
en la puerta del molino
me ieron cuatro reales
y me molieron el trigo"

Escuchar cancion

Cuentan que un año, en el día de San Juan,estaba el molinero de Txagoiti muy afanado limpiando y arreglando el molino para que estubiese a punto para las cosechas del trigo, la cebada y la avena ya que estas se realizan en los meses calurosos después del solsticio de verano, y el molinero iba a tener mucho trabajo a partir de entonces.
Estaba ya a punto de acabar cuando se empezaron a echar nubes y se puso el cielo negro. De repente empezó a caer una gran tormenta, que incluso granizaba, y al poco rato se hizo ya de noche. El pobre molinero no tenía ninguna luz para poder ver el camino al pueblo y tenía que llegar como fuese, pues su mujer le estaría esperando preocupada.
Estaba en la puerta del molino mirando al fondo del camino, pero no se veía nada, ni siquiera el resplandor de la luna que estaba tapada por las nubes. No sabía que hacer y rompió a llorar. De repente empezó a escuchar el sonido de unos cencerros pero no veía a ningún animal cerca. El sonido de los cencerros era cada vez más fuerte hasta  que los oía como si los tubiese encima. Entonces escuchó una vocecilla que le decía que siguiese el sonido. El molinero seguía sin ver a nadie pero hizo caso de la vocecilla y el sonido de los cencerros le fueron guiando entre el bosque y la noche cerrada hasta el pueblo.

Molino de Txagoiti

En la plaza del pueblo se encontraban todos los vecinos alrededor de la hoguera celebrando la noche de San Juan, que se quedaron sorprendidos al ver aparecer al molinero, pues no daban credito de como podía haber llegado al pueblo en una noche tan cerrada. El molinero les conto lo que la acababa de pasar, y el más anciano del lugar explicó que no era la primera vez que pasaba, que en el molino vive un Galtxagorri y que ya había ayudado a más gente en noches como esa.


http://sorginenea.blogspot.com/2016/03/ruta-el-molinero-de-txagoiti.html


martes, 8 de marzo de 2016

El ungüento de la bruja




    Al igual que sucede en Nafarroa, en las zonas del sur de Araba no se conservan tantas leyendas como en el norte. Tal vez esto se deba también a que están menos pobladas y a que la influencia de otras culturas ha sido más fuerte en esta zona. 
    Sin embargo, existen algunas leyendas de “moros y cristianos”, cuyas raíces se encuentran seguramente en la larga convivencia y las luchas que mantuvieron unos y otros.

    Hace muchos siglos, cuando los alaveses sostenían duras batallas contra los musulmanes que habían atacado sus tierras, tuvo un hecho singular en la zona de Zaitegi (Cigoitia).
Ilustración de Juan Luis Landa
    En una ocasión en la que los alaveses habían causado muchas bajas al ejército enemigo y esperaban que éste se rindiese o se retirase, se encontraron con la sorpresa de que, al día siguiente, el ejército musulmán era igual de numeroso que la víspera. De nuevo volvieron a luchar y a vencer, dejando el campo lleno de cadáveres, pero al amanecer el enemigo volvió a presentar batalla con el mismo número de soldados que los dos días anteriores. Una y otra vez ocurría lo mismo, hasta que, un día, un soldado alavés decidió averiguar la razón de hecho tan misterioso. Después de la batalla, y mientras sus compañeros dormían, el joven se quedó de centinela, sin perder de vista el campo enemigo. A medianoche apareció una sombra, que se agachó junto a uno de los soldados musulmanes que había muerto aquella misma tarde, cogió un poco de ungüento de un pucherillo de barro que llevaba, untó con los dedos las heridas del muerto y, al momento, éste se levantó como si acabase de dormir una siesta. El alavés no creía lo que veían sus ojos. Acercándose con sigilo, pudo comprobar que se trataba de una bruja que había sido expulsada de Araba debido a sus malas artes y que, para vengarse, vivía con los enemigos y los resucitaba para que pudiesen vencer a los alaveses. Sin pensárselo dos veces, el joven cogió su lanza y atravesó con ella a la bruja y al musulmán recién resucitado. Los dos cayeron muertos. Cogió entonces el puchero y untó la herida de la vieja con un poco de ungüento para ver si realmente funcionaba. La bruja resucitó al instante y le dijo: —¡No me mates otra vez, por favor! Yo te enseñaré a hacer este ungüento prodigioso. Pero el soldado, sin hacerle caso, le clavó la lanza y la mató definitivamente. Muy contento por lo que acababa de averiguar, el joven corrió a su campamento y les contó a los demás lo que había ocurrido. Los otros no podían creérselo; entonces, él les dijo: —Matadme y luego me untáis bien las heridas con este ungüento. ¡Ya veréis! Naturalmente, sus compañeros no querían hacerlo, pero él insistió tanto que, al fin, lo mataron; después, lo untaron bien con el ungüento, y al punto resucitó. Rápidamente, utilizaron la pócima mágica para resucitar a todos los alaveses que habían muertos durante los días anteriores, y esta vez vencieron a los musulmanes para siempre. ¿Y qué pasó con el ungüento? Bueno…, se les acabó y no se les ocurrió guardar un poco para hacer más, así que la fórmula mágica se perdió, y aunque muchos han sido los que han intentado descubrirla, que nosotros sepamos, nadie lo ha conseguido…, todavía.…

Toti Martinez de Lezea 

lunes, 7 de marzo de 2016

Quien es INGUMA



Otro nombre: Maumau
Ilustración de Raquel Alzate

Es el genio de los malos sueños, las pesadillas y los terrores nocturnos. Se dice que por las noches entra en la casas de la gente que se haya durmiendo; lo hace por los orificios de las cerraduras o como un vaho que pasa por debajo de las puertas. Se acerca sigilosamente y aprieta las gargantas de los durmientes, dificultando su respiración; también causa sensación de angustia apretando el pecho. Para prevenir la entrada de Inguma a nuestros hogares se debe colocar una Eguzkilore en la puertas y ventanas , y en otras ocasiones invocar protección con este canto:

        “Inguma, henauk hire bildur,
       Jinko eta Andremaría artzentiat lagun;
      zurean izar, lurrean belar, kostan hare,
      hek guztiak kondatu arte,
     etzaidela nereganat ager.”

     (Inguma,no te temo,
     a Dios, a Madre Maria tomo por protectores.
     En el cielo estrellas, en la tierra yerbas, en la costa arenas,
     hasta haberlas contado todas, no te me presentes.)

En Sara dicen esta otra formula:

    “Ingumes erromes,
     ezniok hire beldurrez.
     Jesús diat aita, Ama berjiña Ama,
     Zeruko saindu ta Aingeru guziak guarda.”

     (Inguma pedigüeña,
     no te temo.
    Tengo por padre a Jesús, por madre a la Virgen Maria,
    por guardas a todos los santos y angeles del cielo.)

En otros lugres como Ithorrotz, Inguma es coniderado como el causante de los malos sueños. Para ahuyentarlo utilizaban la primera fórmula a la que le añadían una invocación a otro genio, en este caso protector, llamado Gauargi:

     "Hi, aldiz, jin akitela, Gauargia!"

Pues cuentan que si está Gaurgi cerca, Inguma sale corriendo.

Por otro lado, cuentan en Euba que lo que se sueña la noche del día 13 de cada mes se cumple o se realiza.

También era costumbre en varrias regiones de Euskal Herria llevar a los sonambulos a las diferntes iglesias o ermitas; como en Dima, que se le llevaba a la iglesia de Rigoitia, donde se veneraba el cuerpo incorrupto de un supuesto santo.

viernes, 4 de marzo de 2016

Paseo desde Arbulo hasta la fuente de Mariturri o fuente de los Brujas



Cuentan que en Arburo, un pueblo alavés, existió un hombre tan descomunal y furte que sus vecinos pensaban que era un Gentil; cuentan también que consiguió vencer a los romanos para que estos dejasen tranquilos a los vascos y no invadiesen nuestras tierras. A este hombre le llamaban el forzudo de Arburo y cuentan que, lo que hoy es la fuente del pueblo, antaño era el plato donde el forzudo comia las habas que tanta fuerza le daban.

"Si quieres conocer esta historia pincha en el siguiente enlace:
LEYENDA DEL FORZUDO DE ARBULO"

Pueblo de Arbulo


Detalle de la fuente de Arbulo
Cerca de Arbulo, entre este y Mendijur, en un cruce del Camino Real de Postas y el de los arrieros de la ruta del vino y el pescado, que iba de Rioja Alavesa, a la costa de Bizkaia.hay un manantial al que llaman Fuente de Mariturri o Fuente de las Brujas. Se decía que aquí, como en otros tantos cruces de caminos, se reunian las brujas; que de este manantial siempre mana agua, hasta en las epocas de sequía; y que los viajeros que pisaban por la noche la hierva que crece junto a la fuente perdían el sentido de la orientación y no sabían por dónde continuar el vieje.

Fuente de Mariturri o Fuente de las Brujas




RUTA 
En esta ocasión vamos a dar un pequeño paseo desde la fuente del pueblo de Arbulo (la que dicen que fué el plato donde comía el forzudo) hasta la fuente de Mariturri. 

Fuente de Arbulo

Empezamos el recorrido en la fuente situada en la plaza Juan Gastea de Arburu que se encuentra a pocos metros de la entrada del pueblo a mano izquirda junto a un edificio de color rojo. 
 
Plaza Juan Gastea de Arburu

Desde aquí nos dirijimos hacia la iglesia, que no tiene perdida pues se encuentra en un alto y se ve claramente. 

 En el bifurcación que hay bajo la iglesia tomaremos el camino de la izquierda dirección Norte. Continuaremos todo recto cruzando la autobía por un puente. 


Iglesia de San Martín. Siglos XV-XVI. Gótico Tardío
En el primer cruze de caminos continuaremos todo recto haste llegar a otra bifurcación en donde tomaremos el camino de la derecha, continuando unos 230 m hasta llegar a otro cruce dónde se encuentra la fuente de Mariturri. 

Fuente de Mariturri o Fuente de las Brujas
 Desde aqui podemos ver un pequeño alto con una cruz de madera.

Cruz de madera
Estas cruces, generalmente de madera, hierro o piedra, se colocaban en los caminos a la entrada de las poblaciones o en puntos de donde esos caminos cambiaban de jurisdicción,. Su origen parece estar relacionado con un rito grecorromano de protección de los poblados contra cualquier mal que pudiera sobrevenirles, colocando en enclaves concretos unas herma o mojones. Con la llegada de cristianismo se fueron sustituyendo por cruces. Hasta hace pocos años en nuestros pueblos y aldeas existía la costumbre de acudir en procesión a estas “encrucijadas” para bendecir los campos y con ello salvaguarda y garantizar las cosechas.

Esta cruz nueva, es un proyecto del Ayuntamiento con el grupo Gorosti Taldea, cuyo fin es recuperar la situación de las cruces y a poder ser ubicarlas en el mismo sitio de antes.
OTRAS FOTOS DE ARBULO
Arbulo
 
Ruinas en Arbulo

Campanario de la iglesia de Arbulo

Casa en ruinas de Arbulo

Puerta en ruinas en Arbulo














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jueves, 3 de marzo de 2016

El forzudo de Arbulo

En la época en que los romanos invadieron la Península Ibérica hubo varios reductos a los que no pudieron o no quisieron someter, entre ellos la zona montañosa de Euskal Herria. No vamos a entrar en las razones históricas, pero sí diremos que vascos y romanos llegaron a un acuerdo por el cual a estos últimos se les permitió construir varias calzadas de paso hacia las Galias (Francia) y a los puertos del Cantábrico.

Hace más de dos mil años los romanos invadieron la Península Ibérica. Fueron conquistando todas las tierras que encontraron en su camino y derrotando a los pueblos que se oponían a la invasión. Pero al llegar a las actuales Araba y Nafarroa se dieron cuenta de que la conquista no les iba a resultar nada fácil. Aunque al principio la resistencia era poca, dado que las zonas son llanas, a medida que avanzaban iban encontrándose con una oposición cada vez más grande.

Los vascos siempre han sido gentes independientes que no han hecho guerras de conquista, pero que tampoco han dudado en defenderse cuando otros han intentado someterlos. Tampoco tenían un ejército de soldados bien entrenados, ni armas y, desde luego, eran muchos menos que los romanos. Sin embargo, manejaban bien la espada corta y una lanza pequeña, la azkona, y habían desarrollado una forma de lucha llamada “guerra de guerrillas”, que consistía en no hacer frente al enemigo, sino en atacarlo por sorpresa en lugares y momentos inesperados.



 Los romanos se vieron sorprendidos por este tipo de lucha con la que, a pesar de ser muy superiores en número, no podían acabar, y esto les costaba tiempo, hombres y dinero, por lo que decidieron hacer un trato con aquellos salvajes, como los llamaban, de largos cabellos y barbas, vestidos con pieles y que, como única protección, llevaban escudos hechos con piel de cabra. Acordaron celebrar dos combates: uno en Euskal Herria y el otro en Roma. Del combate en nuestra tierra no hay noticia, pero sí del otro. Para ir a Roma, los vascos eligieron a los hombres más fuertes y a los mejores luchadores.
En el pueblo de Arburu, cerca de Vitoria-Gasteiz, vivía un campesino que únicamente se ocupaba de sus tierras y animales. Era un hombre colosal. El hombre más alto le llegaba al codo. Era tan fuerte como grande, y él solo podía hacer el trabajo de cuatro bueyes tirando del arado. No tenía familia, y nadie sabía de dónde venía, por lo que sus vecinos estaban convencidos de que era un gentil, un gigante pagano llegado de las montañas; pero como era discreto y colaboraba en las tareas del pueblo, todos lo querían y respetaban.
La existencia de este gigante llegó a oídos de los jefes vascos que estaban preparando el viaje a Roma. Fueron a verlo para pedirle que se uniera el resto de los luchadores, pero el Forzudo de Arburu se negó.

 —Yo no soy un soldado —les dijo.

De nada valieron las razones que le dieron los jefes. Él insistía en que era un labrador y no un soldado. Desalentados, los jefes se marcharon. Aquella noche, el Forzudo de Arburu durmió mal, y tuvo un sueño extraño. Vio que las espigas de trigo empezaban a brotar en su campo. En eso, llegaba una bandada de cuervos y empezaban a picotear y a destrozar las espigas. Él salía de la casa e intentaba ahuyentar a los pájaros, pero cada vez llegaban más y más. Entonces veía a lo lejos a los jefes vascos e iba corriendo a pedirles ayuda, pero los jefes le contestaban:

—Nosotros no somos labradores, ¡arréglatelas como puedas! El hombre se despertó sudoroso. —Ellos me necesitan y yo les necesito a ellos —pensó; y, sin más, dejó su casa y fue a unirse a los luchadores.
En Roma, los vascos fueron tratados con cortesía, aunque su aspecto feroz fue motivo de comentarios y asombro por parte de los finos romanos. Llegó el día del combate. El gran Coliseo estaba lleno hasta los topes. Salieron a la arena cincuenta vascos y cincuenta romanos. Los vascos, con sus espadas cortas y sus escudos de piel de cabra; los romanos, con corazas, cascos y las mejores armas del Imperio. Los hombres lucharon a muerte, pero el coraje de los vascos no podía hacer nada ante las armaduras romanas e iban cayendo uno a uno, entre el griterío de los espectadores romanos que animaban a sus soldados. Todo el mundo estaba seguro de la victoria romana, cuando el Forzudo de Arburu gritó:

 —Sabelean!!! (“¡Al vientre!”).

En pocos minutos, el combate tomó un aspecto totalmente distinto. Los vascos atacaban a los romanos al vientre, justo debajo de la coraza, que sólo les cubría el pecho. Poco después, los cincuenta romanos yacían muertos sobre la arena. Tampoco quedaban muchos vascos, pero habían ganado el combate. Sin embargo, el jefe romano exigió una nueva prueba.

—Ganaréis si el más fuerte de entre vosotros vence al hombre más fuerte de Roma —dijo.

Los vascos estaban cansados y heridos, pero tuvieron que aceptar y eligieron al Forzudo de Arburu para enfrentarse a un romano tan grande y fuerte como él. Ninguno de los dos tenía armas, así que luchaban sólo con las manos. Pero el romano se había untado de grasa todo el cuerpo y cada vez que el Forzudo de Arburu intentaba agarrarlo, el otro se escurría con facilidad, hasta que el vasco le metió el dedo en el culo, lo hizo girar sobre su cabeza y lo lanzó directamente contra los espectadores, Los romanos aceptaron la derrota, y durante mucho años la paz reinó en nuestras tierras, y tanto vascos cómo romanos cumplieron el pacto. El Forzudo de Arburu regresó a su caserío y allí vivió hasta que cumplió los 110 años. Nunca más peleó, pero fue recordado como el hombre más fuerte y valeroso de Euskal Herria.

Martinez de Lezea, Toti - Leyendas de Euskal Herria



Además de esta leyenda, hay otras historias que se relacionan con el forzudo de Arbulo como las siguientes:
Un día de otoño andaban los chavales de Arburu intentado coger las nueces de una nogal muy muy alto. Los chavales no llegaban, ni con el palo que más largo habían encontrado. Hicieron toda clase de maniobras para por de apoderarse de esas nueces, ya cuando estaban apunto de desistir, paso por delante el forzudo de Arburu, y le pidieron ayuda. Entonces Gastea de Arburu, cogió a un burro de la cola y girando el brazo, cada vez a mayor velocidad hasta un punto que lo soltó al burro, lanzándolo a la copa del nogal, y del gran golpe no dejo ni una sola nuez en el árbol. Los chavales se comieron todas las nueces destornillándose de risa.
 Cuentan también, que mientras Gastea estaba labrando las tierra para la siembra, se le acercaron un par de romanos que andaban por hay perdidos, preguntando por donde se podía ir a la villa de Gasteiz. Este levantó el brazo con el arado y el buey, apuntando la dirección donde se encontraba la villa de Gasteiz. Cuentan los ancianos del lugar que lo que ahora es la fuente de la plaza de Arburo, antaño era el plato donde el Forzudo de Arbulo comía las habas que tanta fuerza le daban.

Fuente de Arbulo

Detalle de la fuente de Arbulo
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Si quieres hacer una ruta relacionada con esta leyenda, visitar la fuente y ver también la fuente de Mariturri o fuente de las Brujas pincha sobre la siguiente imagen:


RUTA DESDE LA ARBURO A LA FUENTE DE MARITURRI O FUENTE DE LAS BRUJAS 

RUTA DESDE LA ARBURO A LA FUENTE DE MARITURRI O FUENTE DE LAS BRUJAS
Fuente de Mariturri o fuente de las Brujas