Cuentan que aquí vivía un molinero muy alegre y cantarín. En el molino se pasaba el día haciendo harina, una fina para hacer pan y ricos bizcochos y otra gruesa para dar de comer a los animales, mientras cantaba y cantaba.
Siempre que alguién se acercaba a que le moliese el trigo, el molinero les pedía que le cantase una canción y si no la conocía, les hacía el trabajo gratis y además les daba cuatro reales.
Existe una canción popular que dice:
"Por echar cuatro cantares
en la puerta del molino
me ieron cuatro reales
y me molieron el trigo"
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Cuentan que un año, en el día de San Juan,estaba el molinero de Txagoiti muy afanado limpiando y arreglando el molino para que estubiese a punto para las cosechas del trigo, la cebada y la avena ya que estas se realizan en los meses calurosos después del solsticio de verano, y el molinero iba a tener mucho trabajo a partir de entonces.
Estaba ya a punto de acabar cuando se empezaron a echar nubes y se puso el cielo negro. De repente empezó a caer una gran tormenta, que incluso granizaba, y al poco rato se hizo ya de noche. El pobre molinero no tenía ninguna luz para poder ver el camino al pueblo y tenía que llegar como fuese, pues su mujer le estaría esperando preocupada.
Estaba en la puerta del molino mirando al fondo del camino, pero no se veía nada, ni siquiera el resplandor de la luna que estaba tapada por las nubes. No sabía que hacer y rompió a llorar. De repente empezó a escuchar el sonido de unos cencerros pero no veía a ningún animal cerca. El sonido de los cencerros era cada vez más fuerte hasta que los oía como si los tubiese encima. Entonces escuchó una vocecilla que le decía que siguiese el sonido. El molinero seguía sin ver a nadie pero hizo caso de la vocecilla y el sonido de los cencerros le fueron guiando entre el bosque y la noche cerrada hasta el pueblo.
Molino de Txagoiti |
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