En tiempos pasados, en Urdax (Lapurdi), vivía una vieja bruja que asistía, como era su
obligación, a los akelarres de los viernes por la noche. Esta bruja tenía como vecinos a dos
hermanos solteros, y además jorobados, que sospechaban de ella y la vigilaban con mucha
atención. Un día uno de los hermanos llamó a su puerta y le dijo:
-Me gustaría acompañarte un día a la reunión.
La vieja se hizo la sorprendida.
-¿A la reunión?¿Que reunión? No se de que me estas hablando.
Pero el hombre tanto le insistió, que finalmente la vieja le confesó que si era sorgiña y que iba
todos los viernes al akelarre. Decidieron pues, ir juntos al próximo akelarre, pero antes la sorgiña
le hizo una recomendación:
-Fíjate bien. El presidente de la reunión nos pedirá decir a cada uno los días de la semana,
y hay que decirlos de esta manera: lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado; nunca
menciones el domingo, ¿de acuerdo?
El jorobado asintió.
Al viernes siguiente, el jorobado acompañó a la sorgiña al akelarre. Había allí cientos de brujas y
brujos, y en medio de la reunión se hallaba el presidente, con un gran libro en la mano, y a quien
llevaron un sillón rojo para que se sentara. Todos los presentes iban pasando y, después de besar el
libro, decían los días de la semana, sin nombrar el domingo. Al llegarle el turno al jorobado, este
besó el libro y recito los días de la semana de carrerilla.
-Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo
El presidente de la reunión se levantó de su asiento muy enojado.
-¿Quien ha hablado de domingo?- preguntó.
-Señor, ha sido este jorobado- respondieron los demás.
-Pues que le quiten la joroba de la espalda- ordenó el presidente.
Y así se hizo.
El hombre volvió a su casa encantado de no tener ya la joroba, y su hermano, que lo estaba
esperando, le preguntó sorprendido:
-¡Oye, no tienes joroba! ¿Como lo as hecho?
El otro le contó lo sucedido, y le animó a que él también probase suerte. Así pues, el segundo
hermano fue a la casa de la sorgiña y le pidió que también le llevase al akelarre, prometiéndole
que él no mencionaría el domingo.
-Tu hermano también lo prometió, y no cumplió su palabra.- Le dijo la sorgiña.
-Yo si que cumpliré. - Contestó el hermano, convenciendo así a la sorgiña.
Llegado el viernes, el hombre pudo comprobar que todo iba sucediendo como se la había contado
su hermano, y cuando llegó su turno, al recitar los días de la semana dijo:
-Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo.
El presidente de la reunión se levantó de la silla más enfadado que nunca.
-¿Quien ha hablado de domingo?
-Señor, ha sido este jorobado.- Respondieron los demás.
-Una vez vale..- Dijo el presidente -...pero dos ya son demasiadas. Que le pongan a este la
joroba del otro.
Y el pobre hombre regresó a casa con las dos jorobas, que ya no se pudo quitar, pues su vecina, la
sorgiña, desapareció y no pudo llevarle al akelarre de nuevo.
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