viernes, 10 de octubre de 2014

El culebro de Baltzola

Era una vez dos hermanos que vivían en Bargondia(Dima, Vizkaia). El mayor, Joxe, era un hombre serio y reposado al que le gustaba pensar antes de tomar una decisión. El más joven, Santi, era todo lo contrario, alocado y de reacciones rápidas. Un día fueron los dos a pasear por los alrededores de la cueva de Balzola. -¿Sabes Joxe?- Dijo Santi señalando la cueva. -Dicen que ahí dentro viven las Lamias, y que guardan un tesoro. -Tal vez si y tal vez no- Respondió el mayor.-Pero mejor sera no averiguarlo. El hermano menor se hecho a reír. -¡Venga, anímate! Vamos a echar una ojeada... y si es verdad que existe un tesoro. Lo repartimos entre los dos. Iba Santi a entrar en la cueva, cuando vio que en el umbral había una enorme serpiente dormida, o al menos eso parecía. -¡Aquí tenemos al guardián de la cueva!- Exclamo- Ya verás que pronto acabo con él. Y antes de que Jose pudiese evitarlo, Santi cogió una piedra enorme y se la lanzó a la serpiente, cortándole certero un pedazo de cola, desapareciendo la serpiente rápidamente en el interior de la cueva. -¡Santi!- Grito Joxe. -Eso que as hecho es una crueldad, la serpiente estaba durmiendo al sol, y esta debe de ser su guarida. Deja de portarte cómo un salvaje y vámonos para casa. Pasaron los años y Joxe tuvo que emigrar a tierras lejanas en busca de fortuna, y encontró un trabajo excelente, pero languidecía pensando en los suyos, en su casa y en su tierra. Un día en el que la nostalgia era más fuerte que nunca, se le apareció un hombre elegantemente vestido a quien le faltaba una pierna y, cogiéndole de la mano, lo transportó a la cueva de Balzola en un abrir y cerrar de ojos. Joxe no salía de su asombro, cuando el misterioso desconocido le dijo: -Ya estas de nuevo en tu casa y, para que no tengas que marcharte de nuevo, aquí tienes esta caja llena de oro para ti, y para tu hermano este cinturón. Y el hombre desapareció. Joxe fue en busca de su hermano, quien se alegró mucho de verlo y al que contó lo sucedido. Santi se quedó mirando el cinturón. -¿Y dices que a ese hombre le faltaba una pierna? -Si... pero ahora que lo pienso, no usaba bastón ni nada para sostenerse- Contestó Joxe. Entonces, el joven Santi ató el cinturón a un nogal y vio atónito que el árbol empezó a arder. Los dos hermanos se miraron y comprendieron la serpiente a la que Santi cortó un pedazo de cola y el extraño hombre eran lo mismo: el culebro de Balzola, Sugoi.

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