Cuentas las amatxos que hace muchos años en Euskal Herria, tantos que no se sabe cuántos, había un joven muy rico cuyos padres querían casarlo por conveniencia con una mujer de otra familia muy pudiente.
Pero Taxo, asi se llamaba, estaba enamorado de una niña de piel dorada, llamada Tara, que era una panadera de su casa. Cuando sus padres se enteraron, pusieron el grito en el cielo, y le prohibieron a Taxo salir, mientras que despedían a su amada en medio de la nieve, para que muriese.
Desde la abertura de su torre, Taxo escuchó a la mujer que, aterida por el frío le gritaba:
“Nunca moriré, estare siempre donde tu vayas”
el joven se arrojó de la almena del castillo, prefirió morir a perder a su amada.
Amalur, que todo lo ve, al notar semejante amor, los convirtió en flor, una flor que aparece aun donde no queda espacio de tierra, con que haya una pequeña abertura allí puede salir, y sacar sus florecillas amarillas, también sus semillas llevadas por el viento.
Estas tienen unos pellillos que las hacen llegar muy lejos. Los txikis le llaman “panaderos”, en honor al oficio de la buena mujer.
El nombre científico de esta planta es Taraxacum (por la niña Tara) y sirve para curar infinidad de cosas, como antiespasmódico, uso en problemas menstruales, biliares, hepáticos.
Lo importante es que sepamos que el diente de león, esta en esta tierra, para demostrarnos que el amor crece aun donde hay muy poca tierra, y puede florecer casi sin cuidado alguno. Cada vez que veas una de sus florecillas recuerda que el amor todo lo puede, mas alla de todo y de todos.
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