jueves, 9 de noviembre de 2034

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jueves, 6 de octubre de 2022

La paloma de Arraba

Cuenta la leyenda que, años atrás, había un joven pastor en Arrab amuy aficionado a la caza de palomas. Era natural de Markina (Zuia). En una ocasión, salió a cazar con su arco. Vio una gran paloma blanca, preparó su arma y disparó, cayendo el pajaro abatido. Pero la paloma no estaba muerta, sino simplemente herida en una de sus alas y cuando la tomó entre sus manos se percatró de de la herida no salía sangre. El joven tuvo lastima de ella y en vez de sacrificarla decidió curarla. la tuvo un tiempo en su chabola mientras se recuperaba de la herida del ala y, cuando la paloma estuvo lista para volar de nuevo el pastor la soltó. La paloma sobrevoló unos instantes el refugio pastoril y, para sorpresa del pastor, la paloma volvió posándose en su hombro. desde este momento los dos formaron un vinculo especial. El pastor la alimentaba todos los días y la paloma sobrebolaba el refugio como si lo estubiese protegiendo desde las alturas. Un día el joven pastor tuvo que ir a buscar unas cabras por el entorno de Arraba, dejando a su padre en el refugio. Pasó por ahí un cazador que se quejaba de haber perdido su señuelo para la caza de palomas y, al ver la paloma blanca, se la pidió al padre del pastor. Este en un principio se nego pero, vista la insistencia y la compensación económica, al final accedió con la condición de que tenía que devolverla e esa misma jornada. El hombre se fue a cazar al Paso de la Peña de Lekanda, no muy lejos de donde el pator andaba buscando a las cabras. Tan cerca aestaban que la paloma no tardó en divisarlo. Mientras el pastor seguía a sus cabras perdió el equilibrio en uno de los saltos y se despeñó. L ainmovilidad de su cuerpo era clara muestra de lo trágico del suceso. La paloma, al ver lo sucedido quedó abrumada por la desolación. Sin su joven pastor ya no merecía la pena vivir. Justo en ese momento apareció un azor por los aires dirigiendose hacia la palomo para darle caza. En otro momento la paloma hubiese intentado huir, pero lo que acababa de suceder la habia dejado paralizada y el azor no tardó en alcanzarla. El cazador tuvo que regresar sin la paloma y el padre, al verle llegar sin la paloma, se temió lo peror. No tardó en relacionar la pérdida de la paloma con la ausencia de su hijo, que estaba tardando mucho en regresar y salió en su busca angustiado. Al cabo de mucho tiempo encontró a su hijo y a la paloma muertos en un barranco, unidos por el trágico destino. Cuentan que enterraron a los dos juntos y que el padre, a raíz de este suceso, se volvió loco  regresando una y otra vez al lugar del suceso lamentándose por la muerte de su vástago, hasta que un día el padre desapareció para siempre. Hay quien afirma que en las noches de invierno puede oirse los gemidos de este hombre, y quienes dicen que esa paloma en realidad era una sorgina. Como testimoni de esta historia quedaron unas motas rojas en la peña de Lekanda, en la cara que mira hacia Arraba. Son las gotas de sangre de la sorgina enamorada.


domingo, 19 de diciembre de 2021

El brujo de Bargota

 


Cuentan que en Bargota, un municipio navarro en Estella Occidental, en el siglo XVI vivió un cura que estudió magia en una famosa cueva de Salamanca donde impartía clases el mismísimo diablo. De este cura, de nombre Joanis de Bargota, dicen que se trasladaba a Pamplona, Logroño o Viana montado en una nube; que podía desprenderse de su cabeza y de todos los miembros de su cuerpo y que se volvía invisible cuando se ponía su capa.

Una leyenda narra como un año Juanis de Bargota quiso ir a las fiestas de San Fermin en la capital Navarra. Solia hacer sus viajes montado en una nube, pero aquel día el cielo estaba totalmente despejado y, al no encontrar nube en la que viajar, tuvo ir hasta Pamplona andando. Cuandop llegó a la ciudad buscó una posada donde poder descansar de tan larga caminata. La dueña de la posada le dijo que no quedaban camas libres debido a las fiestas. Joanis le suplicó que le dejase dormir auque fera sobre una alfombra. La dueña lo vio tan agotado que accedió, llevó una pequeña alfombra a un dormitorio cuya cama ya estaba ocupada por unos huéspedes que estaban profuntamente dormidos. Juanis espero un rato despues de que la posadera se marchara y empezo a toser con fuerza hasta que los otros se despertaron. Juanes se disculpó y a continuación les dijo que no se asustaran pero que el acostumbraba a dormir sin cabeza, y procedió a desenrosacarsela del cuerpo y dejarla sobre la mesilla. Los huespesdes, como era de esperar, salieron corriendo y gritando de horror, entonces Juanis se volvió a poner la cabeza y se acostó sobre la cama. Los clientes habían ido en busca de ayuda y al rato aparecieron en la habitació, el posadero, su mujer y varias personas más bien armadas, pero al ver a Janis dormir tranquilamente con cabeza y todo tomaron a los dos huéspedes por locos y tuvieron que abandonar el lugar. El brujo de Bargota durmió así placidamente, hasta bien entrado el día siguiente y cuando le contaron lo sucedido, simplemente se limitó a senreír.

martes, 26 de octubre de 2021

Supelegor, la morada de Mari


 

El arriero y las brujas


 

El culebro de Baltzola


 

Video ruta Jentillarri


 

RUTA: Jentillarri, la tumba de los Gentiles.



Cuentan por Zaldibia que un día los Jentiles vieron acercarse una extraña nube luminosa, sin saber de que se trataba fueron donde el más anciano de los Jentiles; este al verla afirmo que se trataba de Kixmi (mono en euskera, nombre con el que los paganos nombraban a Jesucristo) y que era el fin de la era de los Jentiles. Asi pues, todos los Jentiles huyeron monte arriba y se sepultaron bajo un 
montón de piedras. Desde entonces se conoce a este montón de piedras como Jentilarri. 

Empezamos la ruta en el puerto Lizarrausti dejando el coche junto al centro de interpretación del parque de Aralar. Cogiendo dirección Noroeste Enganchamos con la GR-35, la cual ya no vamos a abandonar hasta llegar al dolmen de Jetillarri.

Llegando al embalse Lareo Continuaremos por la derecha siempre siguiendo la GR-35 y cuando hayamos andado algo más de un kilometro tenemos que abandonar la pista por una zona algo pedregosa a nuestra izquierda. Las señales nos indican que todabia seguimos en la GR-35 direccion Ordizia.

Vamos a ir ganando altura entre senderos direccion Noreste hasta llegar a unas casas de pastores. Ahí, a nuestra izquierda cogeremos otra pista que la aandonaremos enseguida sin perder de vista las marcas rojas y blancas que nos marcan el GR que estamos siguiendo y que nos llevará directos al dolmen de Jenillarri.

Para volver vamos por una pista que toma dirección Norte, olvidandonos ya del GR. R un cruce de camino tenemos que estar atentos de un pequeño sendero que se dirige hacia el Este y que nos volvera a juntar con la pista un poco mas abajo. A partir de aqui solo hay que seguir el camino señalado por marcas hasta volver a enlazar con el GR-35. Por este punto ya hemos pasado a la ida, así que solo queda desandar lo andado hasta llegar al aparcamiento.
 
 
             QUE TENGAIS BUENA RUTA Y RESPETAD A AMALURRA
 
 


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Video ruta a cueva del Puttarri


 

martes, 12 de octubre de 2021

RUTA: En busca del pellejo de oro a la cueva del Puttarri

 

Cuentan algunas leyendas que cercana a la cumbre del Puttarri, en la sierra de Aralar, hay una cueva donde se esconde un pellejo lleno de oro. Para encontrarlo deberíamos atravesar la cueva y en la otro boca de esta, junto a un tejo se encuentra enterrado el pellejo. Aunque es una de las moradas de Mari, y en un pequeño lago que hay en su interior es donde mesan los caballos de la Dama, tambien cuentan que ahí habita un genio de nombre Eco que te responde cuando hablas a la entrada de la cueva. Aunque los pastores de la zona aseguran que quien te responde es la montaña: "Mendik eantzun dik". Dentro de la cueva hay una gran columna que, según los ancestros, es una escultura tallada por los mismisimos Gentilak.

Me dispongo a ir en busca de la cueva y, aunque oro no pude ver, un tesoro si que encontre... la sierra de Aralar, belleza en estado puro.
Comienzo la ruta en el puerto de Lizarrausti aparcando el coche junto al centro de interpretación del parque. Una vez calzadas las botas tomo direccion Este por encima del centro de información para engancar la GR hacia Errenaga/Amezketa. A partir de aquí solo hay que seguir las marcas rojas y blancas que marcan el GR hasta llegar a la primera cumbre, el Hirupagoeta de 1235 m. de altura.
Al bajar de esta cumbre tenemos abandonar el GR descendiendo hacia el Sur. Hay que estar atentos par ver los hito que marcan el camino pues este parece desaparecer, pero ya se ve la cima del Puttarri que nos indica que dirección debemos tomar.
Nos vamos a encontrar con un cercado y sin atrabesarlo ascendemos paralelo a el. Tenemos que atravesar un paso esculpido por la naturaleza que se conoce como el paso de la Dama del Puttarri y ya enseguida haremos cima en el Puttarri de 1299 m.
De aquí nos dirigimos a la cueva, intentado adivinar por donde discurre el sendero que nos lleva a ella. Y lo mismo para abandonarla hasta encontrar la pista descendiendo hacia el Noroeste. Una vez en la pista ya no hay perdida hasta llegar al aparcamiento, aunque tendremos que un kilometo más o menos por la carretera. 

 
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A DISFRUTAR LA RUTA Y RESPETAD A AMALURRA

domingo, 17 de junio de 2018

La Amilamia de Lezao

En Agurain de Araba (Salvatierra) se decía que en la cueva de Lezao, en la sierra de Entzia, vivía una dama muy extraña. Era muy hermosa, su cabello era de oro y le llegaba hasta el suelo. Mucha gente decía que la había visto peinarse con un peine, que también era de oro, al borde un riachuelo que bajaba desde lo alto de la sierra y que le servía de espejo. Decían que todos los días, al amanecer, la dama salía de la cueva, se sentaba en una roca y durante mucho rato se peinaba el cabello mientras cantaba en un idioma desconocido. Un día se encontraban en la plaza del pueblo unos cuantos jóvenes que, charlando de esto y de aquello, nombraron a la dama de Lezao. Unos decían que era un cuento de viejos, otros aseguraban que era cierto, que aquella dama era una amilamia, pero, en realidad, ninguno la había visto, y sólo contaban lo que habían oído decir. Finalmente, pensaron que la mejor forma de saber la verdad era ir hasta la cueva y comprobarlo. Empezaron a discutir sobre quién iría hasta allí. Ninguno estaba muy decidido, aunque nadie quería reconocer que tenía miedo. En eso, se les acercó Perikote, al que llamaban “el tonto” porque siempre parecía estar pensado en las musarañas.
 —Hola, amigos, ¿qué hacéis? —preguntó Perikote; y, sin esperar respuesta, se puso a jugar con las piedrecillas de la plaza.
 Los otros jóvenes se miraron entre sí y sonrieron. —Oye, Perikote —le dijo el cabecilla—, ¿quieres ser de nuestra cuadrilla?
 El muchacho los miró asombrado.
—Venga, Perikote, ¿quieres ser de nuestra cuadrilla? —insistió el cabecilla—. Lo pasarás muy bien, podrás venir con nosotros a las fiestas y te contaremos todos nuestros secretos.
 —Bueno..., yo... La verdad es que...
 —¡Muy bien! —afirmó el cabecilla sin esperar la respuesta y haciendo un guiño a sus amigos
—. ¿Verdad que sí, muchachos? Todos asintieron con la cabeza.
—Sin embargo—añadió—, nuestra cuadrilla es una sociedad secreta, y no puede entrar cualquiera. Antes hay que pasar unas pruebas, ¿entiendes?
Perikote no entendía muy bien, pero asintió con un gesto de cabeza.
 —¡Estupendo! ¡Ya sabía yo que podíamos contar contigo! Oye bien: ¿Sabes dónde está la cueva de Lezao? Pues tienes que ir allí y esperar a que aparezca una dama muy hermosa. Luego tienes que preguntarle quién es y de dónde viene, y después tienes que pedirle algo para que nosotros sepamos que has estado con ella, ¿de acuerdo? ¡Pues, hala! ¡Vete!
Perikote salió del pueblo en dirección a Lezao mientras los chicos se reían y hacían gestos sobre lo tonto que era. Para cuando estuvo cerca de la cueva, ya se le había olvidado a qué había ido allí. Enseguida se hizo de noche y el pobre muchacho tenía tanto sueño que se quedó dormido, apoyado en un tronco de árbol. Se despertó al oír una canción, abrió los ojos y se quedo mirando las hojas de los árboles. Al principio no supo dónde estaba; luego recordó algo que le habían dicho los chicos de Agurain acerca de una cueva. Se levantó, y entonces vio a una dama que se peinaba en el borde del riachuelo mientras cantaba. La joven lo miró y le sonrió, y Perikote “el tonto” le devolvió la sonrisa y fue a sentarse a su lado. La dama continuó cantando y peinándose mientras Perikote, con los pies metidos en el agua, observaba a un cangrejo que intentaba esconderse debajo de una piedra. —¿Cómo te llamas? —preguntó por fin la dama, que era en realidad la amilamia.
—Perikote “el tonto”—respondió el muchacho.
—¿Por qué “el tonto”? —volvió a preguntar la amilamia.
—No sé. Porque soy tonto, supongo.
Y Perikote se quedó absorto mirando al cangrejo, que había decidido buscar refugio bajo otra piedra menos pesada. La dama se levantó y entró en su cueva. Al poco rato salió con un cedazo en las manos.
—Toma, Perikote, esto es para ti.
El muchacho cogió el cedazo y dio las gracias, luego pensó que ya era hora de volver al pueblo y se marchó. Al llegar a Agurain se encontró con un grupo de hombres que iban en su busca, pues sus padres estaban preocupados porque no había ido a dormir a casa y pensaban que le había ocurrido algo.
—¡Perikote! ¿Dónde estabas?
 —¡Perikote! ¿Dónde has pasado la noche?
—¡Perikote! ¿Qué es eso que traes ahí?
El chico sonreía y no decía nada. Entonces empezó a mover el cedazo como si estuviese pasando harina, y todos pensaron que el pobre se había vuelto loco; pero..., ¡oh!, caía harina del cedazo. ¡No podía ser! Un hombre cogió el cedazo, lo movió, pero nada; luego otro y otro... Perikote “el tonto” volvió a moverlo, y de nuevo cayó harina, ¡una harina más blanca que ninguna! Desde aquel momento, todos lo llamaron Perikote “el listo”. Montó una panadería y fue feliz. Murió muy viejo, y cuando sus vecinos quisieron encontrar el cedazo mágico, no lo encontraron. Había vuelto a su dueña, la amilamia de Lezao.

                                                                                                               Toti Martinez de Lezea

lunes, 25 de abril de 2016

La Leyende de la LAMIAKO MASKARADA



En Lamiako, barrio de Lejona, Bizkaia, se originó esta bonita leyenda que es representada el último viernes de Mayo, ya que es el día en que las sorginak se juntan en los Akelarres, y Sugaar, marido de Mari, acude a la guarida de esta para peinarla.

La maskarada, parte del caserío de Gaztelubide y llega hasta la escultura de la lamia, una cadeneta, encabezada por Maiatza y compuesta por la gente del pueblo, gigantes y la fanfarria, recorre el pueblo anunciando el comienzo de la Maskarada.
Mari y Sugaar van recogiendo a los otros personajes para invitarles a la fiesta que se celebrará durante la noche. Mientras, Prudentzia aparece vagando y preguntando por su hijo. Todos los personajes se interrelacionan ayudando a crear un ambiente festivo. En este momento, la leyenda de Prudentzia cobra vida reencarnada en el singular canto de lamia.
Una de las explicaciones o relatos mas claro de esta leyenda, está desarrollada en el libro “El canto de la lamia” de Antonio Trueba.
Esta historia se sitúa alrededor de principios del siglo XIX, y fue la causa de que esta zona de marismas se llamase así.

Cuentan que Prudentzia, ya anciana, enviudó mientras gestaba un embarazo incipiente.
Nació Iñaki, lo crió amorosamente. Pero cuando éste creció, se hizo cargo de las posesiones familiares, vendiendo todas las heredades, y se embarcó para conocer el mundo.
Prudentzia, sintió que el corazón se le rompía. Tal era la tristeza que invadía su vida. A partir de ese día, pasaba todo el tiempo mirando la desembocadura del Ibaizabal, esperando ver arribar al barco de su amado hijo.
Pero pasó que una tarde, encontrándose en Bérriz, pudo ver un barco en el horizonte, por lo que esperanzada, bajó a la gran carrera a las Junqueras de Ondiz, pero al acercarse notó que no se trataba de la embarcación de Iñaki, por lo que fue tan grande su desconsuelo, que al regresar a su casa, le falló el corazón, muriendo en esas mismas Junqueras. En ese momento, las lamiak se compadecieron de Prudentzia, y cantaron dulcemente, logrando que la acongojada madre se convirtiese en una de ellas.
Desde entonces, este canto se puede oír siempre que un hijo de la región abandona las montañas.
Desde aquel entonces a las junqueras de Ondiz se les llama con el nombre de Lamiako Hondartza (Playa de Lamias, en euskera) y de ahí el nombre del pueblo de Lamiako.